Sunday, June 24, 2018

Pienso de que


Publicado en El País de Cali, Gaceta Dominical, 17 de junio de 2018

Se escucha frecuentemente a los futbolistas decir “yo pienso de que el partido estuvo muy difícil y hay que seguir trabajando”, como nota Álvaro Castellanos en su texto “Obviedades futboleras”. Pues bien, este “de” suena mal, un error, pues la mejor opción sería decir “yo pienso que el partido estuvo muy difícil”.
            La palabra “que” está conectando dos oraciones diferentes: una es “pienso” y otra es “el partido estuvo muy difícil”. La segunda oración aparece anclada a la primera como un objeto. Si uno dice “yo pienso eso”, la palabra “eso” se refiere a toda la idea que se piensa, sin que sea necesaria la palabra “que”.
            En lenguaje formal se puede incluso suprimir la palabra “que”, como en “Creemos es necesario reiniciar el estudio”. Esto sobre todo referido a verbos de pensar, para introducir ideas. Aparece en 1577 en Santa Teresa de Jesús: “creo es imposible olvidarlas todas”.
            También se encuentra, ya en menor proporción, pero todavía posible, en el siglo XX: “La leyenda medieval de Madrid edificado sobre el agua creo es bastante demostrativa de que los ‘viajes’ seguían existiendo”, en un autor español llamado Jaime Oliver Asín, de 1959.
            Como vemos, si se puede omitir el “que”, ¿entonces ponerlo es un error? Si se puede omitir el “de”, ¿ponerlo es también un error?
Este uso sin “que” se debe tal vez a cierta influencia del latín, donde la inclusión de una segunda frase no necesitaba ninguna palabra equivalente a “que”. Había otras maneras de concatenar las oraciones. Los autores de los siglos XVI y XVII trataban de copiar la sintaxis latina, y por eso se encuentran casos de omisión de “que” en la base de datos histórica de la Real Academia.
Lo que se utiliza solo en el lenguaje escrito o académico no existe. Pero en todo caso, muestra que existen grandes diferencias en el uso de “de” y “que” como para hablar de un “error”.
Un ejemplo de las numerosas en el uso de “de” con verbos es con “deber”. En Colombia decimos “Ella debe haber salido a las 2pm”, para indicar incertidumbre. Es decir, significa “Creo que ella debe haber salido a las 2pm”. Al igual que “pensar”, el verbo “deber” introduce una idea, pero usa el verbo en infinitivo sin “que”.
            A un colombiano sonaría a error poner un “de” después de “deber”, como diciendo “Ella debe de haber salido a las 2pm”. Sin embargo, el Diccionario Panhispánico de Dudas dice que, cuando indica incertidumbre, es perfectamente aceptable decir “deber de”. Es decir, la palabra “de” se puede poner o quitar.
¿Por qué se puede poner o quitar el “de” en “Debe (de) haber salido a las 2pm”? ¿Y por qué se puede poner o quitar el “que” en “Creo es imposible olvidarlas todas”? Porque así es la norma, arbitraria. Mejor dicho, “pienso de que” está mal porque lo dice el futbolista, del cual tenemos un prejuicio, el prejuicio de que no es una persona educada.
            Ahora bien, la preposición “de” también puede significar “acerca de”, “sobre”, “con referencia a”… Por ejemplo, uno le puede pedir a alguien que sale de la casa: “Acuérdese del azúcar”, para pedirle que recuerde comprar el azúcar. O alguien puede afirmar: “Me dijo del matrimonio”, como para expresar “me habló sobre el matrimonio”.
            También podría decirse “Acuérdese de que tiene que traer el azúcar”, donde “acordarse” indica una acción mental, como ocurre con “pensar”. Solo que “acordarse” tiene un sentido más dinámico que “pensar”, “acordarse” es un movimiento en el recuerdo, en la memoria: antes no estaba el azúcar en la memoria, y luego ya empieza a estar. Pues bien, el futbolista cuando dice “Pienso de que”, podría estar usándolo en un sentido dinámico.
O alguien puede decir: “Me dijo de que viniera al matrimonio”, para significar “Me habló de la importancia de que viniera al matrimonio”.
Pero observemos los datos históricos sobre “pienso de”. En la edad media, aparecen oraciones como “pienso de tornar bien ayna” (1313, Cuento de don Tristán de Leonís), como en “tengo la intención de regresar pronto”. También se lee: “todo el mal que yo pienso de fazer” (1400, Biblia ladinada), que significa “todo el mal que tengo la intención de hacer”.
Se encuentra “de” hasta el siglo XVII. De hecho, aparece en Cervantes. Hoy en día, no es necesario poner “de” para indicar intención. Uno puede decir simplemente “pienso regresar mañana”, sin necesidad de “de”.
Pues bien, es posible que “pienso de que” sea un residuo de este uso antiguo, que obligaba a poner “de” en ciertos usos de “pensar”. Aunque no aparece exactamente “pienso de que”, tanto “de” como “que” son palabras tan variables, omisibles en diversos contextos, que luego estigmatizar “pienso de que” como un error podría llevarnos a innumerables paradojas.


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