Publicado en El País de Cali
El término “parce”, en español
colombiano, es una forma de dirigirse a un amigo cercano, para llamar la
atención o hacer un énfasis en algo que se va a decir. Lo más llamativo de esta
palabra es que empieza en el habla de clases bajas y de origen campesino, luego
de ahí sube a las clases medias y altas, cosa que es poco común en la historia
de las lenguas.
“Parce” es un acortamiento de
“parcero” y este de “aparcero”, que significa “compañero”. La palabra
“aparcero” viene del latín “partiarius”, que significa “partícipe” (véase
diccionario de Joan de Corominas y la Real Academia). Tan antigua es que se usa
también en portugués con el mismo significado, “parceiro”, lo que es evidencia
de que formó parte del habla común de la Península Ibérica desde antiguo.
Él
término “aparcero” está relacionado con la institución de la “aparcería”, una
forma de explotación de la tierra de origen medieval, en la que un señor feudal
permite a un campesino trabajar la tierra a cambio de entregar parte de las
ganancias. Así pues, varios campesinos juntos que explotaban una tierra
determinada se convertían en “aparceros”, y de ahí su asociación metafórica a
“compañero”.
“Aparcero” se encuentra por primera
vez en el Fuero de Cáceres (1234-1275) y en el Fuero de Usagre (1242-1275),
siendo los Fueros los primeros documentos legislativos de diferentes regiones
en la Península Ibérica.
Desde la Edad Media se empieza a
encontrar su sentido metafórico de compañero, como en un documento de
astrología de 1254-1260, que dice “& es aparcero con Jupiter en su saber”,
es decir, la persona se relaciona con Júpiter en cuanto tiene de sabiduría. En
Juan de Timoneda (1575), se encuentra: “Y al Mundo que vende el pan, / siéndole
por Dios vedado, / declaro sea atormentado con su aparcero Satán”.
La institución de la aparcería se
extiende a por toda la época colonial, y así al habla campesina hasta el siglo
XIX y XX. Los campesinos se tratan entre ellos de “aparceros” en una obra
costumbrista de Hilario Ascásubi (1853), en Argentina: “Y ya usté sabe,
aparcero, / que allí junto a la tapera / está la casa de Antero, / que es un
rancho miserable / que de mirarlo da sueño”.
Es posible que se usara entre los
campesinos de todo el mundo hispanohablante con significado de “amigo,
compañero”, sin relación con la institución de la aparcería, y también con su
significado original en relación con la aparcería o el trabajo de la tierra.
El término “(a)parcero” se usaría,
pues, entre los campesinos. Debido al desplazamiento rural a la ciudad, se
constituyó como parte del habla de las clases bajas y los barrios marginales,
relacionándose poco a poco con la jerga delincuencial. Tenemos noticia de la
palabra en el ámbito antioqueño, pero es posible que se usara en todo
Hispanoamérica, o al menos en toda Colombia, como parte del habla de clases
bajas.
Posteriormente se divulgó a través
de productos culturales antioqueños, especialmente a través de la literatura y
las películas de sicarios, que popularizaron la palabra y así adquirió
prestigio entre las personas de clase media y alta. Se encuentra por primera
vez en 1994, en La virgen de los sicarios,
de Fernando Vallejo:
“En la jerga de las comunas o argot
comunero que está formado en esencia de un viejo fondo de idioma local de
Antioquia, que fue el que hablé yo cuando vivo (Cristo el arameo), más una que
otra supervivencia del malevo antiguo del barrio de Guayaquil, ya demolido, que
hablaron sus cuchilleros, ya muertos; y en fin, de una serie de vocablos y
giros nuevos, feos, para designar ciertos conceptos viejos: matar, morir, el
muerto, el revólver, la policía... Un ejemplo: ‘¿Entonces qué, parce, vientos o maletas?’ ¿Qué dijo?
Dijo: ‘Hola hijo de puta’. Es un saludo de rufianes”(p.23-24, Alfaguara, 1999).
Pero esto es solo en lo escrito, en
lo oral se ha debido usar durante mucho tiempo más.
Vallejo solo considera la palabra
como parte del “malevo antiguo” y no como una de uso común, que es el caso de
hoy en día. Él y otros autores la dieron a conocer y luego todos la copiamos y
la usamos como parte del día a día. Faltaría por buscar en películas, como por
ejemplo, en Rodrigo D no futuro
(1990) de Carlos Gaviria.
Cuando yo estaba adolescente allá
en 1990, un “parcero” era un hombre de clase baja con apariencia de delincuente.
Todo como parte de la injusta estigmatización de la clase baja solo por su
apariencia y por prejuicios inclusive raciales. Muchos años después conocí el
significado de “compañero”.
El rápido ascenso de la palabra
como “compañero” no dio espera, tanto que ya en la década de 2000 la empecé a
escuchar frecuentemente entre la gente joven, en mis estudiantes
universitarios, por tomar un ejemplo. Yo no recuerdo haberla escuchado mucho
cuando estudiaba en la universidad.
Hoy en día está tan extendida que
es prácticamente una muletilla. Es decir, podemos decir “no, parce” para hacer
un énfasis en lo que vamos a decir, sin que nos estemos dirigiendo a la persona
con la palabra “parce”. Es lo que se llama un “marcador discursivo”.
¿Cuándo escuchó por primera vez
“parce” o “parcero”? Ayúdenos a dilucidar la cuestión, escríbame a lenguaencolombia@gmail.com
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