Monday, November 19, 2018

Respeto y correa


Respetar a punta de correazos: ¿qué significa, y de dónde viene esta idea? 

Publicado en Gaceta Dominical del diario El País de Cali, 18 de noviembre de 2018

Tengo que confesar que me gusta mucho leer los foros de noticias de Facebook, porque allí aprendo mucho sobre cómo piensa la gente. Es una manera de establecer contacto con la realidad social en toda su crudeza. Aunque a veces puede llegar a ser devastador, es importante mantener ese polo a tierra.
            Me voy a referir a un evento aparentemente trivial que se convirtió en hecho noticioso en el marco de las protestas estudiantiles que ocurren por estos días en Colombia. En la Universidad Industrial de Santander, una mujer azota un cinturón contra el piso buscando a su hijo entre los manifestantes. El hecho, que ocurrió el 8 de noviembre, quedó registrado en video.
En los foros de noticias, muchas personas celebran la actuación de la señora, porque según ellos con correazos la persona aprende a “respetar”. Curiosamente el día anterior se había publicado un artículo donde se reseña evidencia científica sobre los efectos negativos del castigo físico. Entonces la actuación de la señora cayó como anillo al dedo.
Un comentarista afirmaba lo siguiente: “A mi me dieron palo y juete ventiao y crecí con un trauma. Ese trauma se llama respeto hacia los demás”. Y otro dice: “A mí me dieron palo y rejo cuando me lo merecía, cuando era irrespetuoso con mis mayores, profesores y eso no me.traumo”.
Y yo me preguntaba: ¿respeto hacia los mayores y profesores? Yo pensaba que todo el mundo merecía respeto, no solo los mayores o los profesores. ¿Y solo puedo respetar a alguien que puede darme juete ventiao? ¿Qué clase de respeto es ese?
La Constitución colombiana consagra el respeto por la persona humana. En ningún momento dice que solo por los mayores, profesores o alguna figura de autoridad. Todos los seres humanos merecen respeto en el marco del estado social de derecho.
El “respeto” como una consideración que todas las personas merecen es un concepto moderno, que se puede empezar a rastrear en el siglo XVII. El “respeto” dirigido solo a las personas de autoridad es una concepción medieval, influida por los viejos conceptos de “honor” y “honra”.
En el siglo XIII, el místico catalán Ramón Llull escribe en su “Libro de la orden de caballería” que todos los “caballeros” debían hacer valer su honor, exhibiendo virtudes como la lealtad al rey y la fe cristiana. Los que no fueran caballeros debían reconocer el “honor” del caballero mediante la “honra”.
¿Cómo se “honra” a un caballero? Nos arrodillamos ante él, le llamamos “don”, “vuestra merced”, no lo miramos directamente, le obedecemos en todo, nos sometemos en cuerpo y alma.
Todo esto proviene de un hecho muy práctico: el ejército de caballería era el más poderoso efectivo militar en la época medieval. Los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica consiguen recuperar las tierras ocupadas por los árabes. Y así se va formando lo que hoy conocemos como España.
Poco a poco el ejército de caballería deja de ser tan importante, por la introducción de otras técnicas de batalla y la aparición de las armas de fuego. Pero el prestigio social de las familias de los antiguos caballeros se pasa como herencia a los descendientes, aunque estos ya no sean militares. Y así surge la clase “noble”.
El requerimiento de la “honra” se aplica a las personas de mayor edad y a los padres. “Honrar a padre y madre”, versa la ley de Moisés en la traducción hispana. Si cambiáramos “honrar” por “respetar” tendríamos el mismo sentido, pero este “respetar” está influido por la tradición judeocristiana que tuvo repercusión en el imaginario medieval.
Cuando la persona aprende a someterse a sus padres, lo hará mucho más fácil ante un rey o gobernante. Por eso resultaba tan conveniente este mandamiento moral en la época medieval para perpetuar el orden establecido.
Las bases de datos históricas de la Real Academia muestran que la palabra “honra” se usa muy frecuentemente por escrito en la edad media, hasta el siglo XVI. En el siglo XVII, empieza a declinar el uso de esta palabra a favor de la palabra “respeto”.
El siglo XVII coincide con la consolidación del ascenso de una clase social en América. Marineros, militares y comerciantes españoles lograron cargos burocráticos que les otorgó el acceso a una clase social más elevada, que en España estaba reservada a la nobleza, por familia.
Este movimiento social fue haciendo reemplazar el concepto de “honra” por uno más democrático: el de “respeto”. El “respeto” implica, en principio, que cualquier persona puede ser digna de “honra” por su esfuerzo, valentía y buenas costumbres. Poco a poco, el “respeto” se convierte en un reconocimiento que toda persona merece por el solo hecho de ser humano, siendo este un concepto moderno.
Así pues, cuando alguien dice que aprendió a “respetar” a punta de golpes, está usando un concepto medieval. Está diciendo que aprendió a someterse ante alguien de mayor autoridad y fuerza física. Y lo aprendió tan bien, que ni siquiera ha logrado tomar distancia crítica del maltrato que recibió en su infancia.

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