En un artículo que salió en El País, expliqué el origen
de la palabra “guayabo” en una lengua indígena Caribe para designar al
árbol del mismo nombre. La fruta del guayabo es engañosa porque
puede estar dañada por dentro y parecer buena por fuera. De ahí viene el
sentido metafórico de “mentira” para “guayabo”. También indica, en español
colombiano, un estado de malestar que no se revela en el aspecto físico de la
persona. De este surge el sentido de malestar que ocurre después
de haber ingerido una bebida alcohólica, que se puede considerar una
especialización semántica.
Existe
el mito de que la palabra “guayabo” surge de una anécdota: que las gallinas, cuando estaban
tristes, solían arrimarse a los árboles de guayabo y que por eso se le decía “guayabo”
a la “tristeza”. No me parece plausible este origen debido a que las palabras
no suelen evolucionar de una forma tan anecdótica.
Las palabras evolucionan por
cadenas metafóricas que se reproducen a través de la tradición oral en una comunidad
de hablantes. Generalmente los significados nuevos que adquieren en diferentes
regiones tienen alguna relación con el significado primario que tenía la
palabra. Si es posible encontrar en otras regiones sentidos fuertemente
relacionados con el sentido primario de la palabra, es más probable que la
palabra hubiera evolucionado por extensiones metafóricas que producen esos significados diversos. En otras regiones de Hispanoamérica,
por ejemplo, una abstracción de una propiedad de la gayaba da el significado de
“mentira”, y una abstracción por otra vía da el significado de “tristeza” y
luego “resaca” que tiene en el español colombiano.
Es interesante, en todo caso, que
los hablantes inventen historias para las palabras. La función de estas
historias fantasiosas es darle valor simbólico a las palabras como patrimonio
cultural. El hablante necesita creer esas historias como parte de su identidad social. Muchas veces renombrados especialistas consideran
esos mitos como verdad, para no decepcionar a su auditorio o a su propia identidad. Sin embargo, la
realidad lingüística suele ser más compleja, misteriosa y aburrida de explicar
que aquellas historias fantasiosas.
No comments:
Post a Comment