Publicado en El País, Cali, Diciembre 18, 2017
Cuando éramos niños, leíamos con gran extrañeza el
comienzo de la novena de Aguinaldos como “Benignísimo Dios de infinita caridad
que tanto amasteis…”. ¿Amasteis? ¿Qué es “amasteis”? ¿De dónde tanto “ais”,
“eis”, “os”, “vuestro”?
Todas estas son formas antiguas de “vos”, que se usan
para hablarle a Dios. No es el mismo “vos” de “mirá, ve, oís” de los
vallecaucanos y paisas, aunque tienen el mismo origen.
La Novena de Aguinaldos es una tradición de Colombia y
Ecuador, que consiste en una oración diaria por nueve días hasta la navidad.
Sí, solamente es de Colombia y Ecuador, aunque México tiene una tradición
parecida, que se llama Las Posadas.
En la familia, unos se disfrazan de María y José y,
desde afuera, cantan una letanía en la que piden posada, y los de adentro los
rechazan con otra canción. Cada día hacen esto en una casa diferente de la
familia, y después comen y beben. Pero sus oraciones son muy diferentes.
Las oraciones centrales de la novena de Aguinaldos
fueron escritas por Fray de Jesús Larrea, un sacerdote ecuatoriano, hacia 1725.
Los gozos, en cambio, fueron escritos por la monja colombiana Sor María Ignacia,
ya entrado el siglo XIX.
Y existe una gran diferencia entre el lenguaje de
ambos: mientras la oración para todos los días usa “vuestro” y “os”, los gozos
usan “tu” y “te”. Esto es señal de un siglo completo de evolución entre una
oración y otra en el mismo libro de oraciones.
En la Oración
para todos los días, se dice: “les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor” y “os doy
infinitas gracias por tan soberano beneficio”. En los gozos, en cambio, se
dice: “Oh sapiencia suma / del Dios soberano / que al nivel de un niño / te hayas rebajado” y “¡Oh raíz sagrada
/ de José, que en lo alto / presentas al orbe / tu fragante nardo”.
El uso de “vos” para hablarle a Dios proviene del
latín del siglo IV. Antes de eso, el pronombre “vos” era plural, es decir, se
usaba para hablarles a varias personas. Pero después se empezó a usar para
dirigirse con respeto al emperador. “Vos” se convirtió en una forma de respeto.
Hacia el siglo XVI, “vos” se convirtió en una forma de
tratar a otros con confianza, por razones que no alcanzo a explicar aquí. Pero
en el lenguaje religioso y diplomático sobrevivió la idea de respeto contenida
en el pronombre “vos”.
“Vuestro” viene del latín “vestro”, que indica
posesión, mientras que “os” proviene de la misma palabra “vos”. En la edad
media se decían cosas como “quiero vos ver” para decir “te quiero ver” o “os
quiero ver”.
Nos suena muy elegante decir “os”, pero en realidad la
palabra “os” surge de un error de dicción: la gente eliminaba la “v” de “vos”
en ciertos casos, de ahí “os”. Hoy en día “os” y “vuestro” son comunes en
España, pero no son elegantes para nada, se usan para dirigirse en confianza a
varias personas.
En
España, sin embargo, es el pronombre “vosotros” el que exige formas como “os” y
“vuestro”. En la edad media, las personas le agregaron la palabra “otro” al
pronombre “vos” para hacer un plural y diferenciarlo del “vos” singular. “Vosotros”
es “vos” + “otros”.
El
plural de verbos en pasado era “amastes” y “distes”, y estos se usaron así
hasta el siglo XVII. Los verbos con “is” como en “amasteis” o “disteis”
provienen también de un error: como había otros verbos en pasado como “amáis” o
“dáis”, la gente empezó a agregárselos también a los verbos en pasado.
Paradójicamente, en Hispanoamérica, nos apropiamos de
esas formas de plural para dirigirnos con mucha reverencia y majestad a la
divinidad. Esto se usó así sobre todo en el lenguaje religioso. Pero esta
costumbre fue más fuerte solo hasta el siglo XVIII, cuando todavía éramos
colonia de España.
Cuando uno lee documentos coloniales en el Archivo
Histórico de Cali, uno encuentra que se usaba el “vos” respetuoso en cartas al
rey o a oficiales de gobierno. De repente, después de 1810 empieza a encontrar
que solo usan “usted” en cartas oficiales a cualquier autoridad. Hoy en día no
diríamos al presidente: “Juan Manuel Santos, os escribo para pediros que
escuchéis mi súplica” o algo así.
En el
siglo XIX, el “vos” como pronombre respetuoso empieza a sonarles a los
americanos como un recuerdo de la colonia española, por las ideas de
Independencia. De ahí que empieza a hacerse más frecuente el uso de “tú”, con
sus formas “tu” y “te”, para dirigirse a Dios. Por eso, la monja que escribe
los gozos ya no utiliza “vuestro” ni “os”, sino “tu” y “te”, aunque por ahí se
le escapa un “disteis”.
Hay entonces todo un contenido político en la manera
como nos dirigimos a Dios: si usamos “vos”, estamos siendo conservadores, como
añorando la época en que éramos colonia. Si usamos “tú” para hablarle a Dios,
estamos aceptando una ruptura frente a todo lo que implica el pasado colonial.
Y así mismo ocurre con otras palabras que usamos para
hablarle a Dios: si usamos “señor”, planteamos una relación distante; si usamos
“papito Dios”, planteamos una relación cercana. Era imposible para una persona
de la época colonial si quiera pensar en dirigirse con tanta confianza a la
divinidad como para decirle “papito Dios”, si acaso el respetuoso “padre”.
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