Publicado en la Gaceta Dominical de El País, 9/24/2018
En español caleño, o colombiano, se usa muchas veces
la palabra “este” en frases como “ay, es que usted es todo este”, “usted tan
este, ¿no?”, “deje de ser tan este”, “usted como es de este”. Aunque la palabra
parezca vacía, en estas situaciones “este” tiene un significado muy preciso:
“mala gente”.
“Usted
tan este” puede sonar chistoso porque “este” parece no tener ningún
significado, en principio. Y es verdad: originalmente la palabra “este” no
tiene significado, simplemente porque es una palabra que expresa un contenido
gramatical, nada más.
Las palabras gramaticales no
tienen significado como tal. Expresan relaciones abstractas entre los elementos
del mundo o de la oración misma. La palabra “este”, en sentido estricto,
expresa una relación entre el hablante y la posición de los objetos que lo
encuadran.
Por ejemplo, yo voy a la
panadería a comprar un pastel que se ve muy rico, pero no sé cómo se llama. Me
acerco al pastel, lo señalo y le pido al vendedor: “Deme este, por favor”.
Estoy indicando una relación de cercanía entre el pastel y mi dedo que lo
señala.
Así como “este” puede
referirse al pastel en la situación dada, también sirve para señalar cualquier
objeto del mundo, siempre y cuando esté en cercanía con el que habla. Por eso,
no puede significar nada, porque su función es permitir señalar cualquier
objeto.
Incluso, si estoy escribiendo,
“este” o “esto” puede referirse a lo último que mencioné. En lafrase: “A la
reunión asistieron Juan, Pedro y Carlos. Este fue el primero que habló”. ¿A
quién se refiere “este”? Pues al último que mencioné, es decir, a Carlos.
Lo interesante es que las
palabras gramaticales, en sus orígenes más remotos (a veces no tanto), suelen
provenir de palabras que sí tienen significado. Un ejemplo es el verbo “ir”,
que significa moverse de un lugar a otro. “Voy al trabajo todos los días en
bus”. “Voy” significa, en concreto, ese desplazamiento.
Pero a veces “ir” se usa para
expresar simplemente una relación temporal. Alguien puede decir: “mañana me voy
a quedar en casa”. Miren la paradoja: “ir” significará desplazamiento, pero la
persona está indicando todo lo contrario, que no habrá desplazamiento, que se
va a quedar en casa.
En “mañana me voy a quedar en
casa”, “voy” se refiere al futuro. El futuro no es un significado, es una
relación entre el momento del habla con otro tiempo. “Voy” indica una relación
temporal de posterioridad.
Hacia el siglo XVII “ir a” se
usó con tanta frecuencia que empezó a expresar una relación abstracta, el
tiempo futuro, como explica la investigadora Jesse Aaron.
Y hay infinidad de casos así.
Decimos “un mundo de cosas” por decir “muchas cosas”, y no nos estamos
refiriendo al “mundo” como tal.
O la palabra “un”, que en
principio era el número uno, y luego pasó acompañar cualquier sustantivo para
establecer una relación de relevancia. Incluso, significando originalmente el
número uno, se puede poner plural, “unos”.
O la expresión “a pesar de”,
que significa “pero”, y ya no importa si existe tal “pesar” o “pena”.
Pero en el caso de “este”
tenemos todo lo contrario. Es una palabra gramatical que ha adquirido un
significado propio, “mala gente”. Es un fenómeno lingüístico exótico, porque
generalmente es todo lo contrario lo que ocurre. Ejemplos como este sí son
difíciles de encontrar.
Y existen otros usos similares
a “este”, con sus variaciones, donde la palabra puede referirse a significados
más concretos.
Se puede decir “en esto se aparece
por acá”, donde “esto” significa “muy poco tiempo”. Incluso, si es poquísimo
tiempo, se usa el diminutivo: “en estico se aparece por acá”.
También puede conservar su
significado gramatical, pero adquirir sentidos fuertemente expresivos donde su
función gramatical puede quedar en entredicho.
Digamos que una mujer llama a
la casa para dejar una razón para mi hermano. Yo le doy la razón, pero no me
acuerdo del nombre de la que llamó, entonces digo: “llamó estica, ¿cómo se
llama?”. Sí, hay una relación de cercanía, “estica” está en mi mente, pero la
palabra significa “una mujer cuyo nombre no me acuerdo”.
Y la palabra contraria a
“esta”, que es “esa”, suele indicar una relación de lejanía como palabra
gramatical. Quiero saber a quién debo acercarme en una oficina y el portero me
indica: “es esa señora que está allá”. “Esa” significa que la señora está lejos
de ambos.
Pero si yo digo “esa”,
solamente, puede tener un sentido despectivo, de “mujerzuela”. Nótese que la
expresión “esa” para “mujerzuela” comienza por establecer una distancia,
primero espacial, y luego tal vez ética o moral, para reproducir en la palabra
todo un significado que no tenía.
Alguna vez hablábamos de
“páseme el cosito”, que dicen las mamás. Un sinónimo que me sugirieron los
lectores que me escribieron es “páseme el este”. La paradoja es: si “este”
indica cercanía como palabra gramatical, ¿entonces por qué no lo puede alcanzar
por ella misma?
No, no está cerca, en “páseme
el este” obviamente el tal “este” se encuentra lejos. Pero está cerca como
nombre en la mente, de ahí la metáfora.
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