Publicado en El País de Cali, Gaceta Dominical, 29 de enero de 2018
La serie norteamericana de Netflix Stranger Things plantea la existencia de una dimensión alternativa
donde habitan los monstruos más terroríficos. Estos desestabilizan la
tranquilidad de un pequeño de Indiana llamado Hawkins, durante el año de 1983.
Los protagonistas son cuatro
niños, amantes de la ciencia y la fantasía, llamados Will, Mike, Dustin y
Lucas. En la primera temporada (2016), la historia gira en torno a la
desaparición de Will, el más tímido del grupo, quien además ha experimentado
recientemente el abandono del padre. En la segunda temporada (2017), por su
parte, Will es perseguido por esos seres de la dimensión alternativa: el “mundo
al revés”.
Los protagonistas se encuentran
con una niña llamada Eleven, “once” en inglés, pues trae inscrito este código
de laboratorio. Ella no solo tiene poderes telekinéticos, sino que ha logrado
dominar el arte de entrar y salir del mundo al revés.
A primera vista, pues, parece una
historia de monstruos y listo, pero las interpretaciones que admite son mucho
más profundas. Por un lado, se puede realizar una lectura psicológica, y por
otro, una lectura política.
Comencemos por lo psicológico,
tomando solo el ejemplo más representativo: el caso de Will. La historia es una
alegoría del drama interior que sufre Will por el divorcio de los padres y el
abandono del padre.
El Demagorgon, ese monstruo
terrible que se lo quiere comer, es una manifestación del padre que lo ha
abandonado. El mundo al revés a donde Will permanece atrapado es un símbolo del
drama interior: todo por fuera parece bonito y colorido, pero por dentro ese
mismo espacio y tiempo es oscuro y decaído, lleno de telarañas, solitario y
terrorífico.
Y lo digo porque he escuchado a
personas que han sufrido el divorcio de sus padres cuando estaban niños. Estas
personas dicen que de niños se sentían invisibles, como si no existieran a
pesar de estar presentes. Los padres parecen tan absortos en sus peleas que
descuidan al niño y lo hacen sentir invisible. Se olvidan de ese tercero que
sufre.
Es lo que le pasa a Will: ha
desaparecido, es invisible a la vista de todos, pero sigue ahí en ese mismo
espacio y tiempo. Trata de comunicarse con la madre con signos diversos como
las luces que titilan o la estática del teléfono, pero ella siente mucho miedo
y se demora en lograr develar el signo.
En hogares de padres divorciados,
los niños no pueden expresar adecuadamente su duelo y empiezan a enviar signos
muy difíciles de interpretar. La incomunicación los sumerge más en su mundo
interior, desolado como el mundo al revés. La madre está tan metida en su
propio duelo, el de haber perdido al esposo, que no puede interpretar los
signos.
Will necesita de una red social
que le ayude a salir de ese estado de hundimiento: es lo que representan los
amigos y el hermano de Will, así como el policía y los profesores. Muchas veces
tan solo los amigos pueden ayudar a un hijo abandonado por el padre a superar
el drama, pero las figuras de autoridad son cruciales en este proceso.
La manera como Will supera el
duelo es mediante una interiorización de esa figura difusa del padre. Es lo que
se simboliza a través del Demogorgon que lo persigue y penetra en su cuerpo.
Sin embargo, como no puede darle una identidad definida a ese padre ausente, termina
por sentirse poseído por el monstruo.
Una vez más, la red social le
ayuda a expulsar al monstruo, y de esa manera el niño habrá llegado a definir
su propia identidad.
Por su parte, la lectura política
nos lleva al personaje de Eleven. Ella ha sido despojada de su hogar y sometida
a crueles experimentos que le permiten desarrollar poderes telekinéticos. Es
usada por agentes del gobierno norteamericano para espiar a los rusos en plena
Guerra Fría, pues recordemos que la serie está ambientada en los ochentas.
Esto permite vislumbrar una
crítica contra los excesos de Estados Unidos en la Guerra Fría bajo el pretexto
de luchar contra los “comunistas”. En el laboratorio, además, se ha abierto
accidentalmente la puerta al mundo al revés, y este amenaza a la población de
Hawkins una vez los monstruos empiezan a invadir el terreno. No, el verdadero
peligro no está afuera de Estados Unidos, está adentro.
En la serie se muestra que los
agentes del gobierno también espían al ciudadano común y pueden escuchar cualquier
conversación telefónica. Con el pretexto de la lucha contra los “comunistas”,
se abre la puerta a la invasión de la privacidad de los personas.
Pero a los niños no los pueden
escuchra. Ellos se comunican con wakies-talkies, que están fuera de la esfera
de control del gobierno. Esta tecnología rudimentaria que empieza como un juego
se termina convirtiendo en instrumento de resistencia. Así logran esconder a Eleven,
quien termina luchando contra los mismos que la crearon. La convirtieron en un
arma de espionaje que ahora se vuelca contra ellos.
Dejando estas lecturas a un lado,
considero que el éxito de la serie se debe al proceso de creación de
personajes. Cada uno de ellos tiene una complejidad que se desarrolla a lo
largo de la historia. Son personajes tan entrañables a los que amamos sin
excepción, y que nos hablan a lo más profundo de nuestro ser.
No comments:
Post a Comment