Hay personas que corrigen “haiga”, “naiden” o “ansina”
como errores de ortografía, y se burlan de los hablantes que usan estas formas.
Yo me burlo más de los que dicen que estos son errores de ortografía, pues
desconocen el concepto básico de “ortografía” (y aun así se atreven a corregir
a otros).
“Ortografía”
viene de “orto”=bien y “grafía”=letra. Es el arte de usar bien las letras, no
otra cosa. Por lo tanto, la ortografía regula solamente la manera como se
escriben las palabras, no la manera como se pronuncian. La ortografía se mueve
únicamente en el dominio escrito, mientras que “haiga”, “naiden” y “ansina”
pertenecen al dominio oral.
Por
ejemplo, si un latinoamericano escribe “asen” en vez de “hacen”, el error es
solamente de la letra, pues tanto “asen” como “hacen” se pronuncian igual en
español latinoamericano. Por lo tanto, el error consiste en haber omitido una
“h” al comienzo y en haber puesto una “s” en lugar de una “c”. Es propiamente
un error de ortografía.
Por el
contrario, si una persona escribe “haiga” en vez de “haya”, no hay manera de
leer “ig” como “y” o viceversa en ninguna circunstancia. Es una cuestión que
nada tiene que ver con cómo se escribe la palabra, sino con la conjugación del
verbo “haber”. La persona que escribe “haiga” seguramente también lo dice
oralmente.
Si hemos
de utilizar un término para referirnos a la práctica de corregir el uso el
lenguaje en general, este es el que se denomina “preceptiva”, o también
“gramática prescriptiva”. La “preceptiva” es el conjunto de reglas que se
aplican al uso del lenguaje que se acepta entre las élites intelectuales y la
escritura como tal. El uso de “haiga” sería un error de preceptiva, no de
ortografía. La ortografía es parte muy pequeña de la preceptiva.
Ahora bien, yo me resisto a
aceptar que “haiga”, “naiden” o “ansina” sean consideradas errores. Son formas
muy tradicionales del español, que fueron comunes en otra época y después, por
arbitrariedad de la élite intelectual, se empezaron a considerar errores. Hay
personas que han aprendido esas formas como parte de su lengua materna y son
parte de su manera de hablar. Si acaso hay que señalarlas de alguna manera, yo
las llamaría variantes no estándar. El estándar es la lengua que se acepta en
élites intelectuales, y el no estándar el que no se acepta en tales élites.
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