Publicado en El País de Cali, Gaceta Dominical, 17 de junio de 2018
Se escucha frecuentemente a los futbolistas decir “yo
pienso de que el partido estuvo muy difícil y hay que seguir trabajando”, como
nota Álvaro Castellanos en su texto “Obviedades futboleras”. Pues bien, este
“de” suena mal, un error, pues la mejor opción sería decir “yo pienso que el
partido estuvo muy difícil”.
La palabra
“que” está conectando dos oraciones diferentes: una es “pienso” y otra es “el
partido estuvo muy difícil”. La segunda oración aparece anclada a la primera
como un objeto. Si uno dice “yo pienso eso”, la palabra “eso” se refiere a toda
la idea que se piensa, sin que sea necesaria la palabra “que”.
En
lenguaje formal se puede incluso suprimir la palabra “que”, como en “Creemos es
necesario reiniciar el estudio”. Esto sobre todo referido a verbos de pensar,
para introducir ideas. Aparece en 1577 en Santa Teresa de Jesús: “creo es
imposible olvidarlas todas”.
También
se encuentra, ya en menor proporción, pero todavía posible, en el siglo XX: “La
leyenda medieval de Madrid edificado sobre el agua creo es bastante
demostrativa de que los ‘viajes’ seguían existiendo”, en un autor español
llamado Jaime Oliver Asín, de 1959.
Como
vemos, si se puede omitir el “que”, ¿entonces ponerlo es un error? Si se puede
omitir el “de”, ¿ponerlo es también un error?
Este uso sin “que” se debe tal
vez a cierta influencia del latín, donde la inclusión de una segunda frase no
necesitaba ninguna palabra equivalente a “que”. Había otras maneras de
concatenar las oraciones. Los autores de los siglos XVI y XVII trataban de
copiar la sintaxis latina, y por eso se encuentran casos de omisión de “que” en
la base de datos histórica de la Real Academia.
Lo que se utiliza solo en el
lenguaje escrito o académico no existe. Pero en todo caso, muestra que existen
grandes diferencias en el uso de “de” y “que” como para hablar de un “error”.
Un ejemplo de las numerosas en
el uso de “de” con verbos es con “deber”. En Colombia decimos “Ella debe haber
salido a las 2pm”, para indicar incertidumbre. Es decir, significa “Creo que
ella debe haber salido a las 2pm”. Al igual que “pensar”, el verbo “deber”
introduce una idea, pero usa el verbo en infinitivo sin “que”.
A un
colombiano sonaría a error poner un “de” después de “deber”, como diciendo “Ella
debe de haber salido a las 2pm”. Sin embargo, el Diccionario Panhispánico de
Dudas dice que, cuando indica incertidumbre, es perfectamente aceptable decir
“deber de”. Es decir, la palabra “de” se puede poner o quitar.
¿Por qué se puede poner o
quitar el “de” en “Debe (de) haber salido a las 2pm”? ¿Y por qué se puede poner
o quitar el “que” en “Creo es imposible olvidarlas todas”? Porque así es la
norma, arbitraria. Mejor dicho, “pienso de que” está mal porque lo dice el
futbolista, del cual tenemos un prejuicio, el prejuicio de que no es una
persona educada.
Ahora
bien, la preposición “de” también puede significar “acerca de”, “sobre”, “con
referencia a”… Por ejemplo, uno le puede pedir a alguien que sale de la casa:
“Acuérdese del azúcar”, para pedirle que recuerde comprar el azúcar. O alguien
puede afirmar: “Me dijo del matrimonio”, como para expresar “me habló sobre el
matrimonio”.
También
podría decirse “Acuérdese de que tiene que traer el azúcar”, donde “acordarse”
indica una acción mental, como ocurre con “pensar”. Solo que “acordarse” tiene
un sentido más dinámico que “pensar”, “acordarse” es un movimiento en el
recuerdo, en la memoria: antes no estaba el azúcar en la memoria, y luego ya
empieza a estar. Pues bien, el futbolista cuando dice “Pienso de que”, podría
estar usándolo en un sentido dinámico.
O alguien puede decir: “Me
dijo de que viniera al matrimonio”, para significar “Me habló de la importancia
de que viniera al matrimonio”.
Pero observemos los datos
históricos sobre “pienso de”. En la edad media, aparecen oraciones como “pienso
de tornar bien ayna” (1313, Cuento de don Tristán de Leonís), como en “tengo la
intención de regresar pronto”. También se lee: “todo el mal que yo pienso de
fazer” (1400, Biblia ladinada), que significa “todo el mal que tengo la
intención de hacer”.
Se encuentra “de” hasta el
siglo XVII. De hecho, aparece en Cervantes. Hoy en día, no es necesario poner
“de” para indicar intención. Uno puede decir simplemente “pienso regresar
mañana”, sin necesidad de “de”.
Pues bien, es posible que
“pienso de que” sea un residuo de este uso antiguo, que obligaba a poner “de”
en ciertos usos de “pensar”. Aunque no aparece exactamente “pienso de que”,
tanto “de” como “que” son palabras tan variables, omisibles en diversos
contextos, que luego estigmatizar “pienso de que” como un error podría
llevarnos a innumerables paradojas.