La
expresión “rayo homosexualizador” se usa para arodiar a las personas muy
religiosas que creen la teoría de que existe una conspiración mundial para que
todos nos volvamos homosexuales, y así evitar que la gente se reproduzca y
acabar con la humanidad. Aunque algunos piensan que es para acabar con la raza
blanca. Es un misterio cómo surgió esta expresión, pero parece que se la
inventaron comediantes en México.
Aparece en un video subido a Youtube el 23
de febrero de 2017, por Imagen Noticias, quienes dicen de manera jocosa que los
nazis desarrollaron una tecnología de control mental para homosexualizar a los
heterosexuales. Los suecos y noruegos perfeccionaron el programa y se lo dieron
a los homosexuales para propagar su “ideología”. Los comediantes se ponen un
casco vikingo, juntan los cuernos y hacen el sonido de un rayo. Entonces empiezan
a mostrar imágenes de famosos que salieron del closet, como si “de repente” se
hubieran homosexualizado.
Juega con el prejuicio que tienen ciertas
personas de que la orientación sexual es un aspecto que se puede cambiar. Como si
los que salieron de closet se hubieran convertido en homosexuales de repente. No.
Lo fueron siempre.
En Colombia esta expresión adquirió un
gran empuje en 2017 debido a una intensa polémica que se formó en torno a los
derechos de la comunidad LGTBI.
Un
joven llamado Sergio Urrego se suicidó en Bogotá el 4 de agosto de 2014 debido
al rechazo que sentía en el colegio por ser homosexual. El 3 de agosto de 2015
la Corte Constitucional dictó sentencia en la que ordenaba al gobierno realizar
pedagogía en contra de la discriminación escolar por orientación sexual (ver sentencia).
A raíz de esto, en 2016 el Ministerio de
Educación, a través de la fundación Colombia Diversa, elaboró unas cartillas
para uso obligatorio en los colegios, para inculcar respeto a los niños y
jóvenes por las personas de sexualidades alternativas. Antes de que las
cartillas salieran a la luz pública, comenzaron a circular noticias falsas de
que contenían pornografía: hombres desnudos en la cama y otras imágenes (vea aquí).
Cuando las cartillas salieron, ya tenían
un público predispuesto. Las cartillas contienen información muy conocida en
los estudios culturales sobre teoría de género, según la cual existe una
diferencia entre “sexo” y “género”. El “sexo” es una condición biológica, y el
género es cultural. Así pues, según el “género” nadie nace hombre o mujer, sino
que construye su sexualidad según patrones culturales.
Esto desató la furia de líderes religiosos
y padres de familia. Tanto así que el 10 de agosto de 2016 se realizaron
multitudinarias marchas en contra de la mal llamada “ideología de género”. Se pensaba
que el Estado quería convertir en homosexuales a todos los niños y jóvenes. El hecho
de que la ministra de educación, Gina Parody, fuera abiertamente homosexual,
parecía ser indicio de ese poder homosexualizador.
Esto obligó al gobierno a echar para atrás
la medida de las cartillas.
Pero la cosa no paró aquí. El 2 de octubre
del mismo año se realizó un plebiscito en que la gente votaría Sí o No al
acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc. Parte de la propaganda negra en
contra del acuerdo fue divulgar la noticia falsa de que el acuerdo de paz
contenía “ideología de género”, e incluso la aprobación del aborto.
Muchos cristianos y católicos votaron que
No al acuerdo de paz, pensando que el acuerdo ponía en el poder un Estado
homosexual y homosexualizador. Como la ONU apoyó el acuerdo de paz, se decía que
existía un plan mundial para convertir en homosexuales a todos los niños y
jóvenes.
El “rayo homosexualizador” fue una manera
de parodiar esa teoría conspiranoica. De hecho, el hijo del presidente de la
república parodió esas ideas en un tweet: “Así es! También planeamos utilizar
el rayo homosexualizador contra todos los colombianos, entregarle el país al
castrochavismo/“far” y de paso conquistar el mundo!” (ver aquí).
Iván Gallo en Las2Orillas usó la expresión
“rayo homosexualizador” para referirse a esta gran mentira (ver aquí).
La expresión se ve frecuentemente en redes
sociales como respuesta a las personas que están en contra del acuerdo de paz. Mejor
dicho, una manera muy colombiana de referirse jocosamente a la posverdad.