Zarza González, Ernesto. Moxa: El renegado (Vol II). EZG: 2021.
Zarza González, Ernesto. Moxa: El apóstata (Vol III). EZG: 2024.
Comento los volúmenes II y III, que se titulan Moxa: El renegado y Moxa: El apóstata respectivamente. El punto de contraste con el primer volumen es bastante prominente en cuanto a estilo y al desarrollo de los acontecimientos. En mi opinión, los volúmenes II y III constituyen una unidad inseparable, que solo aparecen partidos por el fortuito capricho de la encuadernación. Es una obra honesta, sin concesiones al lector moderno habituado a la rapidez del TikTok, o cuando menos, a la saga anglosajona que se siente obligada a competir con el ritmo de la serie televisiva de alguna plataforma de streaming. Tal parece que en los volúmenes II y III son la oportunidad que aprovecha el autor para darle riqueza a un universo que resultó coartado por caprichos editoriales en la primera parte.
La obra comienza con la invasión de los Gigantes de los Andes que destruyen Guatavita y capturan a varios dirigentes muiscas. En lugar de replantearse un esquema de unidad para desafiar a los gigantes, los muiscas prosiguen con intrigas políticas por acceder al poderío sobre el territorio y la gente, además de las luchas espirituales entre chamanes y brujas que entorpecen la reconstrucción de la civilización y debilitan a los muiscas en contra de los Gigantes de los Andes, monstruos alegóricos de los colonizadores españoles. Mientras tanto, Moxa y sus amigos prosiguen un duro camino de supervivencia entre diferentes paisajes de la territorialidad indígena, incluyendo los Llanos Orientales. Mientras tanto, Cota (la esposa de Cundarquyn) e hija del cacique de Guatavita, contiene a sus enemigos con sutil determinación en medio de múltiples presiones políticas, haciendo uso de las artes mágicas de sus aliados de más confianza.
A ratos los diálogos se desenvuelven al estilo de un Juan de Castellanos que encuadra los eventos que viven los líderes muiscas dentro de la épica caballeresca. Los personajes se dirigen solemnes honores aunque estén a punto de cometer una descarada traición, como si tuvieran que mantener el decoro frente a una audiencia conservadora como lo fue el siglo XVI. Las batallas se describen con la grandilocuencia de una caballería pre-quijotesca, donde algunos personajes profesan un idealismo revolucionario, como sugiere alguno de sus personajes en la tercera parte. En medio de una cruel realidad donde todos son enemigos, mantener la estilización de la narración ayuda al lector a mantener la lectura en expectativa de un final feliz.
De hecho, me parece a mí que el amor entre Cota y Cundarquyn se asemeja al amor cortés caballeresco. El contacto entre los amantes se produce en una virtualidad idealista que parece más un planteamiento político de como los enemigos deben aliarse en contra de un enemigo común. Más que enamorada de Cundarquyn o Moxa, El Hijo del Sol, Cota parece motivada por el propósito elevado de construír unidad entre su gente. Cota es una visionaria que no se deja confundir por las visiones que los chamanes interpretan a su acomodo. Ella parece más interesada en Cundarquyn que Cundarquyn interesado en ella. El amor que ella le profesa a su esposo es más intenso tal vez debido a que ella sufre la soledad de la corte, mientras que su esposo está acompañado de leales amigos que le permiten mantener cabeza en propósitos mundanos como la venganza y la victoria.
Si la primera parte fue una novela de aventuras, las siguientes dos partes tienen elementos de terror psicológico con una fuerte tendencia barroca tan propia de la tradición hispánica. Después de la invasión de los Gigantes de los Andes, tan feroces enemigos retroceden y solo se mencionan para el trabajo con los prisioneros de guerra, que se vuelven, otra vez, objeto de intriga política. Esto llega a ser desconcertante para el que piensa la colonización como un proceso consistente y lineal, que muy seguramente no fue así. Mientras los Gigantes de los Andes discuten cómo usar a sus prisioneros de guerra para ganar poder, los muiscas aprovechan la situación para aventajarse entre sí como enemigos políticos. El repliegue estratégico de los Gigantes funciona muy apropiadamente para esperar a que los muiscas se debiliten entre sí.
Pienso que, incluso en ausencia explícita de los Gigantes de los Andes, la colonización es un fenómeno transveral a la narrativa que se trasluce como terror. Los chamanes enfrentados crean una serie de fantasías que no se despejan como verdad o mentira dentro del marco del texto, y mantienen la duda constante sobre cuáles eventos en realidad estarían ocurriendo. El viaje de los personajes por un espacio salvaje (que a ratos recuerda a La Vorágine) también se desarrolla en una confusión entre mentira y realidad, a tal punto que cuando los dioses operan directamente, el lector no sabe si creer para la novela que estos dioses constituyen entidad narrativa. Mejor dicho, uno mismo se cuestiona si creer en esos dioses o no.
La afluencia de personajes con características caballerescas contribuyen a construír una atmósfera barroca de ensueño, con notables artificios mágicos como la mansión multidimensional, que se parece a la morada de los Gigantes en los recovecos oscuros y las voces burlonas que tratan de esquivar una esperanza. Es como si los muiscas ya hubieran sido colonizados y solo estuvieran protagonizando un reality show sin haberse dado cuenta. O como si en realidad estuvieran enfrentando unos fantasmas que se interponen constantemente entre uno y el prójimo. La esperanza por el poder en medio de la intriga miserable es lo único que parece patente y concreto, y por eso los restos de Guatavita se aferran a tradiciones macabras de autoritarismo.
En medio de la confusión barroca y el motivo caballeresco, el autor poco a poco revela la voz de sus personajes. La camaradería de los amigos se explora con más dinamismo en los diálogos de la tercera parte, tal vez influenciados por la personalidad arrolladora de Nemcatacoa, el dios que aparece con forma de zorro en busca de chicha para emborracharse. Este es, sin duda, el personaje más atractivo de la novela. Él le permite al lector sonreírse socarronamente sabiendo que en realidad Moxa sea el Hijo del Sol quien logrará consumar su venganza.
Aprecio mucho que se cuente en orden cronológico, pero la novela se deja leer en diferentes estructuras de organización. Por ejemplo, uno puede leer la línea narrativa que sigue a Moxa únicamente sin sentirse confundido. De hecho, la camaradería de aquellos hombres es la principal luz de esperanza para ese tejido de sombras que parece no tener fin. Por esta línea de lectura es posible entresacar de nuevo aspectos de la novela de aventura que nos tendrán sumidos en la espera del nuevo acontecimiento encaminado a un cierre de la historia. Estos diálogos le permiten al autor trascender la línea clásica de la narrativa caballeresca para, tal vez, proyectar su obra a un género audiovisual.
Ya se puede leer en inglés la primera parte: https://www.amazon.com/-/es/ERNEST-P-BLACK-ebook/dp/B08R482B68