Sunday, December 29, 2024

Moxa (Vols. II y III)

Zarza González, Ernesto. Moxa: El renegado (Vol II). EZG: 2021.

Zarza González, Ernesto. Moxa: El apóstata (Vol III). EZG: 2024.

El 3 de diciembre de 2017 escribí sobre la maravillosa saga de Ernesto Zarza González, que apenas veía su primera parte en 2015. En los volúmenes que siguen, el autor se deleita sin escatimar detalle en la recreación del mundo de los muiscas, la cultura indígena que floreció en la región cundiboyacense de lo que hoy es Colombia. Sin romantizar el mundo precolombino, el autor recrea la complejidad de una población humana y una convivencia dinámica con otros pueblos indígenas, como los panches y los calimas. Es una dicha ver con tanta energía el funcionamiento de un universo humano del que solo quedan unas cuantas narraciones de los cronistas españoles, ruinas arqueológicas y tradición oral en lo que hoy es Bogotá y sus pueblos aledaños. El autor penetra en un universo posible y adivina el pasado, y posiblemente, también el futuro.

Comento los volúmenes II y III, que se titulan Moxa: El renegado y Moxa: El apóstata respectivamente. El punto de contraste con el primer volumen es bastante prominente en cuanto a estilo y al desarrollo de los acontecimientos. En mi opinión, los volúmenes II y III constituyen una unidad inseparable, que solo aparecen partidos por el fortuito capricho de la encuadernación. Es una obra honesta, sin concesiones al lector moderno habituado a la rapidez del TikTok, o cuando menos, a la saga anglosajona que se siente obligada a competir con el ritmo de la serie televisiva de alguna plataforma de streaming. Tal parece que en los volúmenes II y III son la oportunidad que aprovecha el autor para darle riqueza a un universo que resultó coartado por caprichos editoriales en la primera parte.

La obra comienza con la invasión de los Gigantes de los Andes que destruyen Guatavita y capturan a varios dirigentes muiscas. En lugar de replantearse un esquema de unidad para desafiar a los gigantes, los muiscas prosiguen con intrigas políticas por acceder al poderío sobre el territorio y la gente, además de las luchas espirituales entre chamanes y brujas que entorpecen la reconstrucción de la civilización y debilitan a los muiscas en contra de los Gigantes de los Andes, monstruos alegóricos de los colonizadores españoles. Mientras tanto, Moxa y sus amigos prosiguen un duro camino de supervivencia entre diferentes paisajes de la territorialidad indígena, incluyendo los Llanos Orientales. Mientras tanto, Cota (la esposa de Cundarquyn) e hija del cacique de Guatavita, contiene a sus enemigos con sutil determinación en medio de múltiples presiones políticas, haciendo uso de las artes mágicas de sus aliados de más confianza.

A ratos los diálogos se desenvuelven al estilo de un Juan de Castellanos que encuadra los eventos que viven los líderes muiscas dentro de la épica caballeresca. Los personajes se dirigen solemnes honores aunque estén a punto de cometer una descarada traición, como si tuvieran que mantener el decoro frente a una audiencia conservadora como lo fue el siglo XVI. Las batallas se describen con la grandilocuencia de una caballería pre-quijotesca, donde algunos personajes profesan un idealismo revolucionario, como sugiere alguno de sus personajes en la tercera parte. En medio de una cruel realidad donde todos son enemigos, mantener la estilización de la narración ayuda al lector a mantener la lectura en expectativa de un final feliz.

De hecho, me parece a mí que el amor entre Cota y Cundarquyn se asemeja al amor cortés caballeresco. El contacto entre los amantes se produce en una virtualidad idealista que parece más un planteamiento político de como los enemigos deben aliarse en contra de un enemigo común. Más que enamorada de Cundarquyn o Moxa, El Hijo del Sol, Cota parece motivada por el propósito elevado de construír unidad entre su gente. Cota es una visionaria que no se deja confundir por las visiones que los chamanes interpretan a su acomodo. Ella parece más interesada en Cundarquyn que Cundarquyn interesado en ella. El amor que ella le profesa a su esposo es más intenso tal vez debido a que ella sufre la soledad de la corte, mientras que su esposo está acompañado de leales amigos que le permiten mantener cabeza en propósitos mundanos como la venganza y la victoria.

Si la primera parte fue una novela de aventuras, las siguientes dos partes tienen elementos de terror psicológico con una fuerte tendencia barroca tan propia de la tradición hispánica. Después de la invasión de los Gigantes de los Andes, tan feroces enemigos retroceden y solo se mencionan para el trabajo con los prisioneros de guerra, que se vuelven, otra vez, objeto de intriga política. Esto llega a ser desconcertante para el que piensa la colonización como un proceso consistente y lineal, que muy seguramente no fue así. Mientras los Gigantes de los Andes discuten cómo usar a sus prisioneros de guerra para ganar poder, los muiscas aprovechan la situación para aventajarse entre sí como enemigos políticos. El repliegue estratégico de los Gigantes funciona muy apropiadamente para esperar a que los muiscas se debiliten entre sí.

Pienso que, incluso en ausencia explícita de los Gigantes de los Andes, la colonización es un fenómeno transveral a la narrativa que se trasluce como terror. Los chamanes enfrentados crean una serie de fantasías que no se despejan como verdad o mentira dentro del marco del texto, y mantienen la duda constante sobre cuáles eventos en realidad estarían ocurriendo. El viaje de los personajes por un espacio salvaje (que a ratos recuerda a La Vorágine) también se desarrolla en una confusión entre mentira y realidad, a tal punto que cuando los dioses operan directamente, el lector no sabe si creer para la novela que estos dioses constituyen entidad narrativa. Mejor dicho, uno mismo se cuestiona si creer en esos dioses o no.

La afluencia de personajes con características caballerescas contribuyen a construír una atmósfera barroca de ensueño, con notables artificios mágicos como la mansión multidimensional, que se parece a la morada de los Gigantes en los recovecos oscuros y las voces burlonas que tratan de esquivar una esperanza. Es como si los muiscas ya hubieran sido colonizados y solo estuvieran protagonizando un reality show sin haberse dado cuenta. O como si en realidad estuvieran enfrentando unos fantasmas que se interponen constantemente entre uno y el prójimo. La esperanza por el poder en medio de la intriga miserable es lo único que parece patente y concreto, y por eso los restos de Guatavita se aferran a tradiciones macabras de autoritarismo.

En medio de la confusión barroca y el motivo caballeresco, el autor poco a poco revela la voz de sus personajes. La camaradería de los amigos se explora con más dinamismo en los diálogos de la tercera parte, tal vez influenciados por la personalidad arrolladora de Nemcatacoa, el dios que aparece con forma de zorro en busca de chicha para emborracharse. Este es, sin duda, el personaje más atractivo de la novela. Él le permite al lector sonreírse socarronamente sabiendo que en realidad Moxa sea el Hijo del Sol quien logrará consumar su venganza.

Aprecio mucho que se cuente en orden cronológico, pero la novela se deja leer en diferentes estructuras de organización. Por ejemplo, uno puede leer la línea narrativa que sigue a Moxa únicamente sin sentirse confundido. De hecho, la camaradería de aquellos hombres es la principal luz de esperanza para ese tejido de sombras que parece no tener fin. Por esta línea de lectura es posible entresacar de nuevo aspectos de la novela de aventura que nos tendrán sumidos en la espera del nuevo acontecimiento encaminado a un cierre de la historia. Estos diálogos le permiten al autor trascender la línea clásica de la narrativa caballeresca para, tal vez, proyectar su obra a un género audiovisual.

Ya se puede leer en inglés la primera parte: https://www.amazon.com/-/es/ERNEST-P-BLACK-ebook/dp/B08R482B68




Tuesday, January 2, 2024

Generación de Cristal

Le llaman generación de cristal a los jóvenes de ahora porque se quejan sobre el feminismo y el racismo, son inseguros, flojos, aguantan menos la afugia física, son distraídos, andan pendientes del celular, les gusta Bad Bunny, les da más depresión y ansiedad, viven posteando selfies bobas y viendo TikToks, y su mayor aspiración en la vida es ser influencers. Mejor dicho, son delicados como un cristal, se quiebran con cualquier cosa que les dicen, no se adaptan a disciplinas fuertes, no aguantan un trabajo difícil. Se dice que nacieron a finales de la década de1990 o principios de 2000. La española Montserrat Nebrera usó por allá en 2011 por primera vez el término "generación de cristal" que es en realidad la generación Z.

Empecemos con Colombia. Primero, nacieron cuando numerosas empresas nacionales estaban cerrando por cuenta de la apertura gavirista, por lo tanto, ya desde que eran bebecitos se iba perfilando que estos no iban a tener trabajo en la modesta industria colombiana. Segundo, estaban niñitos o estaban naciendo cuando el uribismo acabó con los recargos nocturnos, dominicales y feriados, entre otras bellezas que pauperizan los trabajos que pueden alcanzar ahora que están saliendo de la universidad.

Muchos de estos niños vieron a sus padres perder sus empleos en los años 1990 y salir a vivir con sus abuelos o abuelas, los que habían trabajado digamos en Coltejer o Calzatodo (empresas extintas), y tenían alguna jubilación, o alguna rentica por ahí guardada. Muchos de ellos tuvieron que emigrar ilegalmente a algún país industrializado sin que sus papás si quiera les preguntaran. Otros fueron desplazados de sus parcelas agropecuarias para engrosar cinturones de miseria en las grandes ciudades, pues después del gran desplazamiento de los 50, la del paramilitarismo fue peor.

 En Estados Unidos, la generación de cristal es la del 11 de septiembre, y en inglés les dicen "the snowflakes" (=copos de nieve). Este grupo de personas ni siquiera se acuerda del 11 de septiembre, pero vivió las secuelas de la guerra contra el terrorismo que justificó xenofobia y sirvió como cortina de humo para terribles reformas socioeconómicas. Aquí trabajo con juventud, y he visto de cuenta propia a los que se sumaron a la guerra de Medio Oriente para regresar con graves neuropatologías y profundas debilidades en salud mental. Y luego ni siquiera acceso pronto a salud mental tienen, aunque vivan con una depresión terrible. ¿En serio? ¿Incluyen como snowflakes a una juventud que ha estado en la guerra?

En Estados Unidos, eran niños o estaban muy jóvenes cuando sus padres perdieron sus casas, tierras y sus ahorros de pensión por la crisis de 2008. Este grupo de gente ahora tiene que trabajar tiempo completo desde que está terminando el colegio cosa que no necesariamente ocurrió con los milenials. Antes la juventud norteamericana si acaso trabajaba fines de semana o en vacaciones para hacerse un dinero extra. Ahora no. Ahora tienen que trabajar para mantenerse ellos mismos y si acaso ver la posibilidad de entrar a la universidad. Esta es una generación que ha tenido que guerrearla más fuerte para acceder a educación superior. La mayor parte de los estudiantes sostienen 1 o 2 trabajos de tiempo completo mientras estudian. Como existen bebidas energizantes y otras sustancias, ellos resisten todo eso. Algunos incluso son padres o madres de familia, y sacan buenas notas. Otros no tan buenas.

Volviendo a Colombia, la generación de cristal si acaso es de cristal porque ha sido la más golpeada por la violencia después de la Guerra Partidista de 1950. Mis abuelos viveron la Violencia Política pero a nadie le conozco más parientes y amigos muertos que a la juventud de ahora. 

Yo como millenial de 1980 recuerdo que uno de mis abuelos tuvo una pensión por haber trabajado en la contraloría, y el otro ahorró bastante en su arduo trabajo agropecuario. Empresas que generaban abundantes empleos de manufactura eran Coltabacos, Coltejer, Puracé, Calzatodo, Telecom, La14m entre otras que se me pasan (Lean la FE de ERRATAS al final de este escrito para una aclaración). La juventud actual no puede aspirar a oportunidades en el área de manufactura o producción porque la industria de bienes materiales está concentrada en las maquilas de China donde se producen los objetos del mundo. Los viejos que se precian de que trabajaron toda la vida para una industria lo hicieron, bueno, porque existían esos empleos y tenían contratos a término indefinido. Esta "generación de cristal" en Colombia trabaja en Rappi haciendo mandados, o 12 horas diarias contestando llamadas, y ni siquiera les pagan horas extras. Tienen contratos temporales donde los echan cada tres mesas para no adquirir obligaciones parafiscales. 

En el sistema actual la salud es un privilegio, no un derecho, y mientras los viejos tenían acceso a servicios de salud por el Seguro Social o los sindicatos en Colombia (al menos), los jóvenes de ahora solo acceden a la salud sorteando una densa burocracia interna. Muchos han visto morir parientes cercanos de enfermedades tratables. Y ni qué decir de los médicos. Los médicos graduados de la época de 2000 viven de contratos temporales, con un sueldo raso y una alta cuota de pacientes. La mayoría van a quedarse como médicos generales porque incluso habiendo sido estudiantes brillantes no van a poder recibir admisión a una especialización. Los médicos de cristal van a tener que ver 100 pacientes diarios por tres sueldos mínimos.

Cuando yo empecé a estudiar mi licenciatura en literatura, yo quería ser docente como mis tíos, quienes tuvieron trabajos estables y lograron una buena jubilación. Bueno, mientras estudiaba todos esos beneficios se acabaron. Me di cuenta pronto que todo lo que podía acceder era contratos temporales de 10 meses y tal vez entrar a algún "concurso" docente para algo más, pero entiendo que en este momento ya la situación no es mucho mejor en el sector público. La generación de cristal ni siquiera va a tener con qué compararse, y crecerán pensando que eso es lo normal. Peor aún: la generación de cristal están siendo educados por estos docentes de zapatos rotos y uniforme raído, que van a enseñar con hambre, con preocupaciones de no llegar a fin de mes, con imposibilidad de tiempo libre, sin haber descansado nada.

A nivel mundial, sí, la generación de cristal al menos en clase media son muchos menos que sus padres porque ya los milenials decidieron no tener hijos o tener uno solo. La juventud que está creciendo ahora van a tener que mantener a una alta población de gente vieja en mayor desproporción que cualquier otra generación. Y la situación será mucho más dramática cuando esta juventud siga decidiendo no tener hijos. Una decisión bastante sensata para una juventud que sabe que no le podrá ofrecer bienestar económico a una familia. Y los viejos les dicen: ay es que la juventud ya no está dispuesta al sacrificio de tener una familia. 

Mi abuelo iba a trabajar de 8 a 12 y de 2 a 6. Entre 12 y 2 la hora del almuerzo ya era sagrada. Esto ya no fue así para los milenials, a quienes les tocaba quedarse a hasta las 7pm para cuadrar caja. Los milenials al menos veíamos a nuestros padres en ese espacio de las 7-9 de la noche. La generación de cristal, hijos de milenials, ya rara vez ven a sus padres. Es una generación que voltea de aquí por allá entre abuelas y tías abuelas que crían a la antigua si no es que de mamá en papá con custodia compartida. Y menos es así para la generación de cristal, porque posCOVID el teletrabajo ya no termina. Si piensan que esta generación no está dispuesta al sacrificio, ¿como era que usted podía darse el lujo de terminar de trabajar a las 6 de la tarde?

Ahora ni me diga de la generación de cristal de los venezolanos. Los que muchas veces teniendo su familia y propiedad en Venezuela salieron a caminar largas distancias a través de fronteras, calles y zonas selváticas para buscar nuevos horizontes en Colombia, incluso llegar hasta la selva del Darién para encaminarse a Estados Unidos. La generación de cristal que arrastrando maletas con sus padres los milenials ahora se rebuscan la vida lejos de su país natal, o van de la mano con sus padres para llegar a un país desconocido desde donde empezar de nuevo. O ni me diga de los niños y jóvenes mexicanos que se aventuran solos desde sus pueblos natales para que algún coyote los cruce la frontera. Esta es la generación de cristal, ¿en serio? Y usted que fue el progenitor de estos chicos que usted mandó a la frontera, ¿como por qué piensa que los llamaremos de cristal? ¿Usted no pudo construir un país para sus hijos? 

Hablemos de otras generaciones de cristal, como la generación de cristal en Ucrania, los jóvenes que se matan contra sus vecinos la generación de cristal de los jóvenes soldados rusos. Estos chicos son tan frágiles que los han sometido a una guerra bien absurda de esas que nunca acaban, porque así son las guerras del siglo XXI, eternas. Y dígame algo de la generación de cristal de la juventud siria o la juventud palestina. ¿Es esta la generación de cristal, en serio? O la generación de cristal en China, donde todos son hijos únicos que no tienen red de apoyo para sostener a sus progenitores envejecidos. O la generación de cristal en Corea, donde son sometidos a interminables jornadas de estudio para poder acceder a las limitadas vacantes de educación superior si no, mantenerse a punta de trabajos de medio tiempo de por vida.

Al menos en Colombia, pero yo creo en el mundo entero, la generación de cristal no se va a jubilar. Primero se van a morir que alcanzar la edad de jubilación, si no es que se quedan por fuera del sistema de seguridad social y los mata alguna enfermedad tratable. Esta "generación de cristal" será en cincuenta años un mundo de gente de 70 y 80 años todavía haciendo trabajos duros porque nunca pudo acceder a una pensión. Ya hay mucha gente así, pero en el futuro la población vieja trabajadora va a ser masiva.

La juventud actual será la encargada de enfrentar las consecuencias del cambio climático. Como nada se está haciendo para contrarrestrar estos efectos, esta juventud tendrá que inventarse algo para sacar una agricultura adelante a pesar de la sequía, o el efecto contrario, las inundaciones y desastres climáticos cada vez más impredecibles. Si consideramos el COVID resultado del cambio climático, ya esta generación de cristal saldrá adelante a pesar de haber perdido un progenitor, un tío que le ayudaba, una persona cercana que no se vacunó. Todos conocemos una persona joven que le insistió a su mamá que se vacunara, y esta perdió la vida a causa del COVID. A esta persona joven "de cristal" le toca enfrentar las malas decisiones de sus progenitores.

La generación de cristal estuvo 2 y casi 3 años tratando de autoeducarse en casa por Internet porque ¡les cerraron los colegios! Ay no, estos jóvenes de cristal no hacen si no que quejarse. Muchos pedían a gritos querer estudiar y ay no, estos jóvenes sí que se quejan. Y vivieron 2 o 3 años de su niñez o juventud encerrados en una casa sin amigos, sin coquetear en persona, sin tener vida social o red de apoyo, muchas veces solo con un cuidador también malgeniado que tal vez hasta los maltrataba. Esto día y noche, día y noche, sin posibilidad siquiera de escape a un parque. Esta gente ya quedó atrasada 2 o 3 años en el currículo de estudio, y ni aquí ni en Colombia y en muy pocos lugares del mundo se está observando un plan para desatrasar a estos muchachos. Si en 10 años no tenemos ingenieros o médicos, no es porque les haya dado el capricho de ser influencers, no, es que no pudieron estudiar el tiempo que necesitaban en el tiempo que tenía que ocurrir.

Gracias a la generación de cristal, que quedó harta de las clases online, hoy estamos en un resurgir de las clases en persona que los estudiantes claman más que otra cosa. Odiaron las clases online y esto me encanta. En algún momento pensaron los viejitos je je je, vamos a hacer toda la educación online y la dejamos así después de COVID. Pues no. Esta generación de cristal se opuso y no les funcionó.

La juventud actual está luchando por hacerse una identidad (como todas las juventudes de todos los tiempos). El problema es que, en esa búsqueda, pasan varias cosas: 1) se encuentra con una secta religiosa que le ofrece salida a todos sus problemas, 2) se encuentra con discursos de emprendimiento o pirámides que los hacen sentir culpables por su fracaso, 3) se encuentra con un grupo delicuencial que le ofrece la oportunidad de ganar dinero, 4) hereda los negocios de su familia, 5) Le echa la culpa a los machistas y los racistas de todo lo malo que pasa en el mundo, o si no a las feministas y a los comunistas.

La generación de cristal es la que está creciendo con sus padres pegados a un celular viendo TikToks, o respondiendo emails de trabajo a deshoras. Es el niño que mientras cuenta las historias fantásticas de su imaginación de niño nota a su padre o madre cooptado por el teléfono. Un microgesto sombrío le dice al niño que su padre o madre recibió alguna mala noticia por el teléfono, algún rechazo de algo que envió, o alguna tarea nueva que le espera por la mañana. La generación de cristal está creciendo con el pitido constante del teléfono de sus padres, temiéndole a ese sonido porque ese pitido casi nunca trae algo bueno. La generación de cristal aprende algunas maneras bien extrañas de llamar la atención de alguien porque estuvieron compitiendo por atención constantemente contra un pitido de teléfono.

Yo creo mucho en esta juventud, porque en ellos será donde morirán las redes sociales, los snapchats, los apps, los TikToks, y toda clase de pendejada virtual que sale por ahí. Por ahora pueden ser influencer (eso da identidad y un dinerito), pero pronto llegará el cansancio así como ocurrió con el tema de la educación online. En unos diez años será esta generación de cristal la que diga: NO MÁS TIKTOOOOK!!!

Imagínense la vida de un influencer. Esa gente no tiene paz. Ellos no pueden salir a comer sin estar pensando en lo que podrían publicar. A ellos les suena el timbrecito de la notificación todo el tiempo. Teniendo una salida en paz de repente ven la noticia de otro influencer que habló mal de ellos, alguna foto privada que se filtró. Publican un video y luego es estar mirando cada cinco minutos cómo crecen (si crecen) sus visualizaciones. Y luego comparando su número de seguidores o visualizaciones con el de este otro influencer. Y esto sin ser necesarimente millonarios. Viven con todas las cosas malas que implica ser famoso, pero sin las cosas buenas que implica ser famoso. Cuando los influencers estén viejos, van a ser ellos los que se opondrán a cualquier pendejada virtual.

Tomando el caso de Estados Unidos, la generación de "snowflakes" son más o menos como los que estaban jóvenes en la década de 1920 que vivieron crisis económica y guerras. En Colombia, son más o menos como los que estaban jóvenes en la década de 1950 con la Violencia Política, que trajo un desplazamiento masivo a las ciudades y rápidos cambios sociales.

Si después de todo esto los llamamos todavía de cristal, bueno, a lo mejor los que nos quebramos fácil somos nosotros los viejos ante esta generación de hierro.

Con excepción, claro, sí les gusta Bad Bunny, para qué vamos a decir que no. Pero yo opino una cosa: la generación de cristal va a acabar con el reggaetón ya prontico.

FE DE ERRATAS (5 de enero de 2023)

Este escrito surgió después de ver un video de El Chombo sobre la generación de Cristal donde también los defiende. En medio de un estado febril debido al COVID que me empezó el 31 de diciembre de 2023 (a pesar de que solo salí a alguna vuelta rutinaria y no estuve con genete), me bombarbedó el amanecer esta serie de ideas. Quería escribir algo como "la generación que creció en el uribismo" o "la generación del 11 de septiembre", y luego terminé mezclando cosas de Estados Unidos y Colombia tratando de apuntar a la versión global.

No me puse a investigar el estado de las empresas tradicionales colombianas como Calzatodo y Coltabacos que todavía existen. En la versión anterior decía que no existían, y sí existen. La confusión viene de una vez que viajé a Colombia fui a los sótanos de La14 a comprarme unos zapatos Calzatodo que eran esos tenisistos de tela que uno llevaba al colegio, y alguien me dijo que ya no había Calzatodo. Admiro a los que resisten la competencia de los productos chinos haciendo industria colombiana. No he ido a Colombia en muchos años y todas las noches tengo pesadillas con volver a Cali y no ver La14.

Y este artículo seguramente contiene otras erratas, errores o imprecisiones de los que me enorgullezco porque en la próxima etapa que se viene, la de la Inteligencia Artificial y los grandes modelos de lenguaje, los errores irán añejando como el vino y convirtiéndose en diminutas joyas que brillan modestamente en el mundo de los perfectos escritos de ChatGPT.