Thursday, June 20, 2019

Coaching


Recientemente se ha puesto en boga una técnica de superación personal en el ámbito empresarial llamada “coaching”. La motivación y el liderazgo son esenciales para el eficaz desempeño personal en el mundo de los negocios, y desde ese ámbito se ha extendido a otras esferas. Se ha convertido en una herramienta que muchas personas buscan para ser más felices y lograr sus metas en todos los ámbitos de su vida.
            Pero, ¿qué significa realmente esta palabra en inglés?
            Según el Online Etymology Dictionary, la palabra “coach” en inglés data de 1550 para designar un coche de cuatro ruedas tirado a caballos. Hacia 1830, se encuentra en documentación de la Universidad de Oxford para referirse a un tutor o instructor, en el sentido de alguien que conduce a otro hacia el éxito en un examen. En 1861, se documenta por primera vez como un entrenador de deportes.
            En inglés, pues, “coach” significa principalmente instructor o entrenador. Es un término bastante general que podría traducirse como “asesor” u “orientador”, y que se aplica a una gran cantidad de aspectos de la vida humana. “Coaching” es la acción de orientar a alguien en alguna rama específica del saber o el comportamiento.
            La pronunciación inglesa de “coach” es “kouch”. La pronunciación “koach” deriva de una lectura ortográfica que hace el hispanohablante.
            Un “financial coach” es un asesor financiero: alguien con experticia en finanzas o contabilidad que le ayuda a una persona a decidir sobre sus inversiones. Un “career coach” (asesor de carrera) es un orientador profesional, que le ayuda a una persona a prepararse para la búsqueda de trabajo: dónde buscar, cómo enfocar su hoja de vida, cómo mejorar su imagen profesional, cómo conseguir contactos profesionales…
            Un “dating coach” (asesor en citas) es un agente matrimonial, que programa encuentros románticos para gente que está buscando pareja y les ayuda a decidir entre las opciones de base de datos. Incluso puede dar consejos sobre su apariencia física, cómo enfoca la entrevista... Un “health coach” (asesor en salud) es un orientador que le ayuda a una persona a tener hábitos más saludables: como rutinas de ejercicio y nutrición. Existe incluso el “sleep coach” (asesor en dormir), que le ayuda a los padres a entrenar a su bebé para que duerma bien.
            También he visto la expresión “emotional coach” (orientador emocional), para referirse a una técnica de crianza de los hijos, con el fin de evitar castigos. Enseña a los padres a orientar las emociones de los hijos en caso de berrinche o pataleta.
            Pero un “coach” no necesariamente tiene un título universitario en el área en que presta sus servicios. Por ejemplo, un “career coach” es alguien que tiene mucha experiencia en buscar trabajo, o ha estado en comités de búsqueda o en departamentos de recursos humanos y sabe desde adentro las dinámicas que ocurren. Un “health coach” puede ser un nutricionista, deportólogo, enfermero, fisioterapeuta, no necesariamente médico, o incluso puede ser alguien que ha sufrido obesidad y ha bajado de peso, entonces puede compartir su experiencia y ayudar a otros a lograr sus metas.
            Recientemente se ha buscado profesionalizar el “coaching” y estandarizar un poco esta variedad de prácticas. Existe el “American Coaching Association”, que es una asociación que ofrece capacitar a las personas y otorgar licencias en “coaching”, de manera que las personas puedan acreditar su experticia frente a sus clientes.
            El tipo de “coaching” que se ha introducido al español es el “executive coaching” (asesoría ejecutiva) mezclado con el “life coaching” (asesoría de vida). El primero es una intervención sobre los empleados para mejorar su desempeño laboral y productividad; el segundo, para incrementar su motivación personal. Una vez más, un “life coaching” no es necesariamente un psicólogo. A veces se usa ese término, en todo caso, para referirse a los psicólogos de manera informal.
Los avances de la psicología sirven para intervenir en las actitudes y motivaciones de los empleados. Por eso, la intervención en “coaching” sobrepasa la dimensión laboral e invade la esfera emocional, cognitiva y comportamental. De ahí la frontera difusa entre el “executive” y el “life coaching”. Sin embargo, un “life coach” no es necesariamente un psicólogo.
Según autores como Mike Morrison o Vikki Brok, la palabra “coaching” solo hacia 1970 empieza a usarse como orientador profesional en el ámbito empresarial. Antes se usaba el término “counselor”, que significaba “consejero”. Sin embargo, es hacia el año 2000 cuando prolifera con más intensidad la literatura y la pedagogía sobre el tema.
            Todo parte tal vez de un cambio en los métodos de control y disciplina sobre el empleado. Se busca crear un empleado con una fuerte motivación interna, que trabaje por una idea abstracta de su propia valía, más que por un sueldo. De esta manera, se logran mejores resultados a menor costo para el empleador.
Un ejemplo claro se encuentra en las ventas multinivel. La persona distribuye productos para una empresa de quien no recibe sueldo fijo ni prestaciones sociales, pero se piensa a sí mismo como un empresario que sigue sus sueños.
El uso tan abundante de la palabra “coaching” en inglés refleja, además, una cierta corporativización de todos los aspectos de nuestra vida. Es decir, podemos usar las técnicas organizacionales y de motivación empresarial, por ejemplo, para conseguir pareja, entonces buscamos una agencia matrimonial (dating coach). Y podemos manejar nuestro cuerpo según los ingresos (calorías) y egresos (ejercicio), y así logramos un balance más equilibrado.
Aún así, me intrigaba mucho cuándo y cómo entró la palabra en español, y usé Google para identificar cuándo se usó por primera vez.
            Logré identificar así la documentación más antigua que da Google del término en español, y esta se debe a dos filósofos chilenos: Rafael Echeverría y Fernando Flores Labra, según explica el propio Echeverría en la página web de Benigno Horna. Derivado de su formación académica en su doctorado en filosofía de la universidad de Londres, Echeverría, publicó el libro “Ontología del lenguaje”.
De este libro se deriva el “coaching” que han llamado en español “ontológico”. Si el lenguaje. sirve para codificar y entender el mundo que nos rodea, se plantea que también sirve para intervenir sobre la realidad interna y externa. Posteriormente Echeverría fundó la empresa Newfield Consulting, para realizar asesorías en coaching “ontológico”, con sede en Florida (Estados Unidos) y oficinas en algunos países hispanoamericanos.
La palabra "coaching" tiene una amplia gama de significados en inglés. El sentido de superación personal es apenas uno de ellos. Cuando el español se apropia del término, se queda principalmente con el sentido de superación personal, y esto es una tranformación bastante radical.

Champús


Publicado en El País de Cali el 2 de febrero de 2018
El champuz en el suroccidente colombiano es una bebida fría de maíz y panela, al que se le pueden agregar frutas como piña o lulo, y se le agregan hojas de naranjo agrio. Una variante escrita es “champús”, perfectamente aceptable al igual que “champuz”. Sin embargo, es un misterio de dónde proviene esta palabra, y hay varias teorías.
No creamos que los vallecaucanos somos los únicos que comemos champuz. Existen versiones de esta bebida en Ecuador y en Perú, donde recibe exactamente el mismo nombre. A pesar de sus variaciones en cuanto a ingredientes y preparación, tiene también como base el maíz. En Perú, por ejemplo, se come caliente, mientras que en Colombia es una bebida fría.
En obras literarias peruanas lo vemos frecuentemente en el siglo XIX, aunque muy seguramente se usó desde siempre. Según las bases de datos de la Real Academia, Ricardo Palma lo menciona en sus Tradiciones Peruanas (1883), así como Enrique López Albújar en Matalaché (1928). Aparece en Lima antigua (1890), de Carlos Prince, bajo el título de “La champucera”. En 1960 Daniel C. Guevara, en “Expresión ritual de comidas y bebidas ecuatorianas”, asegura que el champuz en Ecuador es una bebida ritual funeraria de los indígenas (págs. 29 y 33).
Por ser una bebida tradicional indígena, como la chicha y el guarapo, su nombre debería tener el mismo origen, además de que coincide con el área de influencia quechua: suroccidente colombiano, Ecuador y Perú. Pero su origen indígena resulta difícil de comprobar, por la ausencia de documentación histórica.
Según el diccionario de vallecaucanismos de Leonardo Tascón, “champuz” es una palabra puramente española, que viene de “chapuz” en el sentido de “cosa mal hecha, mezcla de todo”. Como cuando uno “chapucea el inglés”, que mezcla inglés con español y termina no hablando nada bien.
Afirma Tascón que los españoles le dieron este nombre a la bebida indígena porque vieron que era una mezcla desagradable de muchas cosas. Luego se le agregó una “m”. No me convence esta explicación de Tascón, porque no explica por qué mecanismo se le agregaría la “m”, y tampoco contrasta otros datos.
            Curiosamente hay quienes consideran que es una palabra de origen africano. Fernando Romero en Quimba, fa, malambo, ñeque: afronegrismos en el Perú, afirma que la “champucera” se refiere a una mujer afrodescendiente (1988, pág. 100). Nicomedes Santa Cruz, en Canto Negro (2004), la encuentra en cantos tradicionales afroperuanos.
Los champuceros eran afrodescendientes, según Verónica Santafe Troncoso en su trabajo de grado sobre fiestas populares del Perú (2009). La “champucera” era una mujer que se hacía en los solares, con un farol con vela de sebo, y un niño afrodescendiente gritaba una copla para pregonar la venta del champuz, según Maritza Villavicencio F. en Seminario Historia de la Cocina Peruana (2007).
El problema es que ninguno de los defensores de la tesis africanista propone qué palabra de lengua africana le daría origen. Y sin eso, tampoco podríamos aceptar esta tesis.
Los afrodescendientes peruanos pudieron haberla aprendido de los indígenas, al igual que los españoles la aprendieron de ellos, y la integraron a su tradición local. Y así pasa con todo lo latinoamericano, que es una mezcla de lo español, indígena y africano. La convivencia de todas las etnicidades produce estas nuevas tradiciones culinarias.
En mi opinión, la tesis más convincente es la de origen indígena. Existe la palabra quechua “chhapuy”, que significa “hacer masa”, según el diccionario online de quechua-español en Descubir el Perú. De hecho, el champuz es eso, una masa. Pero nos queda por averiguar la aparición de esa “m” intermedia, que podría deberse a algún fenómeno de la lengua quechua, no del español.
La palabra “champuz” aparece en una cita totalmente en quechua tomada de una entrevista a un hablante nativo de esta lengua, según el investigador Peter Cole (1985), en su libro  Imbabaura Quechua.
Hay otras palabras de origen indígena que el suroccidente colombiano comparte con Ecuador y Perú: “chuspa”, “guache”, “guachafita”… Y esta es también evidencia en favor de la tesis indigenista.
Como vemos, en esto del origen de las palabras no hay nada seguro. Solo podemos hacer conjeturas, pero siempre con base en las tendencias evidentes de la lengua, con base en datos empíricos.
Lo invito, entonces, a que me envíe su receta de champuz, para comparar las vertientes culinarias en torno a esta palabra. Comparar estas con la forma como se prepara en Ecuador y Perú contribuye al conocimiento de la cuestión. Escríbame a lenguaencolombia@gmail.com

Pana

Publicado en El País de Cali el 26 de mayo de 2019


Recientemente se está recibiendo una amplia migración de los venezolanos que trae consigo el inevitable contacto lingüístico. “Pana” es una palabra muy venezolana que, incluso antes de la migración, ya se conocía en Colombia, porque primero fue la migración de colombianos a Venezuela.
“Pana” significa “amigo”, y se usa generalmente en sentido apelativo, esto es, para llamar la atención de alguien a quien se tiene confianza. Es el equivalente venezolano de nuestro colombiano “parce” o “parcero”.
Y sí, el diccionario de la Real Academia Española la acepta. Según este diccionario, se usa también en Puerto Rico y República Dominicana. De hecho, aparece en el tema reguetonero “Dale pa’l piso”, del grupo puertorriqueño Watussi Ft. Jowell, Ñengo Flow, Julio Voltio y JQ: “pana hoy vamos pa’ la discoteca”, dice el verso que nos compete.
Su uso en el español caribeño es un gran indicio, pues, de que la palabra no es un invento de los venezolanos, sino que muy probablemente comparte origen con los hermanos caribeños. Como vemos, el español venezolano del litoral caribe tiene muchas similitudes con el español de las islas: por ejemplo, hacen las eses al final de sílaba como jotas, o las eliminan totalmente. Como en la misma canción dicen: “aquí toa laj mujerej tan corriendo de capota”.
Me llama la atención un mito lingüístico que ronda alrededor de esta palabra. Dice el mito que surge de que los amigos en Venezuela se encontraban en las panaderías para conversar. Cuando los padres les preguntaban para dónde iban, les respondían “voy a la pana” y de ahí surgió “pana” para referirse a los amigos. Lo encontré documentado en el Facebook de José Bolívar, quien escuchó la anécdota de un venezolano que él conoció en Canadá.
Si esta teoría fuera cierta, existiría la palabra “pana” para referirse a panadería. Pero no encuentro evidencia de esto. Por esta razón, creo que es un error que “pana” venga de “panadería”. Además, esas historias así tan anecdóticas, interesantes y divertidas para el origen de las palabras generalmente son mentira. Y el que cree estas historias fantasiosas de las palabras no está dispuesto a abandonar su error a pesar de las evidencias.
“Pana” proviene del inglés “partner”, que significa “socio, compañero”. En la página “Rumba Caracas” encontré esta explicación, y desearía que la página diera la fuente de la información, pero es muy probable que este sea el origen de “pana. Primero, justamente “pana” tiene el mismo significado y uso del inglés “partner”. Segundo, se usa en Puerto Rico, que tiene intenso contacto con Estados Unidos y la lengua inglesa.
El gran misterio es cómo pasó de “partner” a “pana”. Y la respuesta es: “partner” se pronuncia casi “pana” en inglés afroamericano. Los afroamericanos tienen a pronunciar el sonido “r” del inglés de una forma tan débil hasta hacerlo desaparecer. La “e” en este caso representa un sonido abierto indeterminado, que en términos técnicos se denomina “schwa”, pero que suena más como la “a” del español.
Lo que sí entraña el mito lingüístico es la juventud de la palabra. Es decir, personas que hoy están en sus 40 años de edad recuerdan la palabra como una novedad en su lenguaje. Es una palabra que ingresó al español por medio de la jerga juvenil. No creo que sea tan antigua como el blues, pero al menos sí podría provenir del hiphop. La base de datos online “lyrics” arroja 216 temas musicales que usan la palabra “partner” en el blues y el hiphop.
Yo recuerdo haber escuchado la palabra por primera vez de una amiga en el colegio que rapeaba la siguiente estrofa: “Oye, pana, / te lo digo, pana / que la leche está más cara / que la marihuana”, por allá en la década de los 90s.
En la página Taringa!, el usuario robertoxv indica que es una estrofa de pura tradición oral. Es decir, nadie nunca ha grabado esta canción. Se difuminó por la década de los 90s de boca en boca hasta llegar a múltiples espacios del ámbito latinoamericano. Es un gran misterio. El mismo usuario publica un video aficionado de una venezolana rapeando esta canción.
Sería necesario documentar el uso más antiguo de “pana” en la música latinoamericana para documentar su entrada al español caribeño y venezolano. Si tiene alguna noticia de canción vieja que use esta palabra, mándeme la información a lenguaencolombia@gmail.com
                             

Parce


Publicado en El País de Cali

El término “parce”, en español colombiano, es una forma de dirigirse a un amigo cercano, para llamar la atención o hacer un énfasis en algo que se va a decir. Lo más llamativo de esta palabra es que empieza en el habla de clases bajas y de origen campesino, luego de ahí sube a las clases medias y altas, cosa que es poco común en la historia de las lenguas.
“Parce” es un acortamiento de “parcero” y este de “aparcero”, que significa “compañero”. La palabra “aparcero” viene del latín “partiarius”, que significa “partícipe” (véase diccionario de Joan de Corominas y la Real Academia). Tan antigua es que se usa también en portugués con el mismo significado, “parceiro”, lo que es evidencia de que formó parte del habla común de la Península Ibérica desde antiguo.
            Él término “aparcero” está relacionado con la institución de la “aparcería”, una forma de explotación de la tierra de origen medieval, en la que un señor feudal permite a un campesino trabajar la tierra a cambio de entregar parte de las ganancias. Así pues, varios campesinos juntos que explotaban una tierra determinada se convertían en “aparceros”, y de ahí su asociación metafórica a “compañero”.
“Aparcero” se encuentra por primera vez en el Fuero de Cáceres (1234-1275) y en el Fuero de Usagre (1242-1275), siendo los Fueros los primeros documentos legislativos de diferentes regiones en la Península Ibérica.
Desde la Edad Media se empieza a encontrar su sentido metafórico de compañero, como en un documento de astrología de 1254-1260, que dice “& es aparcero con Jupiter en su saber”, es decir, la persona se relaciona con Júpiter en cuanto tiene de sabiduría. En Juan de Timoneda (1575), se encuentra: “Y al Mundo que vende el pan, / siéndole por Dios vedado, / declaro sea atormentado con su aparcero Satán”.
La institución de la aparcería se extiende a por toda la época colonial, y así al habla campesina hasta el siglo XIX y XX. Los campesinos se tratan entre ellos de “aparceros” en una obra costumbrista de Hilario Ascásubi (1853), en Argentina: “Y ya usté sabe, aparcero, / que allí junto a la tapera / está la casa de Antero, / que es un rancho miserable / que de mirarlo da sueño”.
Es posible que se usara entre los campesinos de todo el mundo hispanohablante con significado de “amigo, compañero”, sin relación con la institución de la aparcería, y también con su significado original en relación con la aparcería o el trabajo de la tierra.
El término “(a)parcero” se usaría, pues, entre los campesinos. Debido al desplazamiento rural a la ciudad, se constituyó como parte del habla de las clases bajas y los barrios marginales, relacionándose poco a poco con la jerga delincuencial. Tenemos noticia de la palabra en el ámbito antioqueño, pero es posible que se usara en todo Hispanoamérica, o al menos en toda Colombia, como parte del habla de clases bajas.
Posteriormente se divulgó a través de productos culturales antioqueños, especialmente a través de la literatura y las películas de sicarios, que popularizaron la palabra y así adquirió prestigio entre las personas de clase media y alta. Se encuentra por primera vez en 1994, en La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo:
“En la jerga de las comunas o argot comunero que está formado en esencia de un viejo fondo de idioma local de Antioquia, que fue el que hablé yo cuando vivo (Cristo el arameo), más una que otra supervivencia del malevo antiguo del barrio de Guayaquil, ya demolido, que hablaron sus cuchilleros, ya muertos; y en fin, de una serie de vocablos y giros nuevos, feos, para designar ciertos conceptos viejos: matar, morir, el muerto, el revólver, la policía... Un ejemplo: ‘¿Entonces qué, parce, vientos o maletas?’ ¿Qué dijo? Dijo: ‘Hola hijo de puta’. Es un saludo de rufianes”(p.23-24, Alfaguara, 1999).
Pero esto es solo en lo escrito, en lo oral se ha debido usar durante mucho tiempo más.
Vallejo solo considera la palabra como parte del “malevo antiguo” y no como una de uso común, que es el caso de hoy en día. Él y otros autores la dieron a conocer y luego todos la copiamos y la usamos como parte del día a día. Faltaría por buscar en películas, como por ejemplo, en Rodrigo D no futuro (1990) de Carlos Gaviria.
Cuando yo estaba adolescente allá en 1990, un “parcero” era un hombre de clase baja con apariencia de delincuente. Todo como parte de la injusta estigmatización de la clase baja solo por su apariencia y por prejuicios inclusive raciales. Muchos años después conocí el significado de “compañero”.
El rápido ascenso de la palabra como “compañero” no dio espera, tanto que ya en la década de 2000 la empecé a escuchar frecuentemente entre la gente joven, en mis estudiantes universitarios, por tomar un ejemplo. Yo no recuerdo haberla escuchado mucho cuando estudiaba en la universidad.
Hoy en día está tan extendida que es prácticamente una muletilla. Es decir, podemos decir “no, parce” para hacer un énfasis en lo que vamos a decir, sin que nos estemos dirigiendo a la persona con la palabra “parce”. Es lo que se llama un “marcador discursivo”.
¿Cuándo escuchó por primera vez “parce” o “parcero”? Ayúdenos a dilucidar la cuestión, escríbame a lenguaencolombia@gmail.com