Thursday, October 12, 2017

Chuspa


Vallecaucano que se respete dice 'chuspa', pero ¿cuál es el origen de esa palabra?

Publicado en El País 10/10/2017

En el Valle del Cauca es común usar la palabra “chuspa” por “bolsa de plástico”. Cuando estuve en Bogotá, sin pensar mucho, le pedí una “chuspita” a la mesera bogotana, y esta se quedó mirando como si yo estuviera hablando en otro idioma.
            De alguna manera “chuspa” sí es de otro idioma, pues es una palabra de origen quechua (la lengua del Imperio Inca), según el diccionario de Leonardo Tascón. Se usa en el español de toda el área de influencia quechua: Perú, Bolivia, Chile y Argentina, según el Diccionario de la Real Academia.
Parece que solo en el español caucano-valluno tiene el sentido de “bolsa de plástico”. Recuerdo que cuando viajé a Ecuador también cometí el error de pedir una “chuspita”, y la cara del vendedor no fue de extrañeza, sino de risa pícara. Al parecer tiene un significado erótico y vulgar, que el lector podrá inferir.
            Las “chuspas” quechuas originalmente no son de plástico. Eran bolsas tejidas, tradicionales de los indígenas quechuas, que se usaban para llevar hojas de una planta sagrada: la coca (otra palabra quechua, “kuka”).
La coca era una planta de consumo exclusivo en rituales, fiestas o funerales. En un manuscrito anónimo de principios del siglo XVII, titulado “Relación de la coca y de su origen y principio”, se cuenta que la coca era una diosa que fue transformada en planta.
Así pues, las chuspas tejidas también tendrían una utilización ritual, para el consumo de la planta sagrada. Nicola Sharratt le dedica un libro completo a las chuspas, llamado “Carrying Coca: 1,500 Years of Andean Chuspas”, para ensalzar el diseño de las chuspas quechuas.
Los cronistas mencionan el uso de “chuspas” entre los indígenas quechuas. El Inca Garcilaso de la Vega, cronista mestizo, las menciona en 1609, y Huamán Poma de Ayala, el indígena cronista dibujante, incluye las chuspas entre sus descripciones de las costumbres indígenas en 1615. Así lo atestigua la base de datos histórica de la Real Academia (CORDE).
El suroccidente colombiano recibió influencia quechua porque el imperio Inca alcanzaba lo que hoy es Nariño. También por los indígenas que trajo Sebastián de Belalcázar como servidumbre, los cuales se llamaban “yanaconas”, o cargueros en lengua quechua. De hecho, la comunidad yanacona existe hoy en día en el Valle del Cauca.
Las palabras quechuas que entraron al español se conocen como “quechuismos”, y son numerosas: “papa”, “zapallo”, “ñapa”, “coca”, “guachafita”, “guache”, “cancha”, “cholo” y “cholao”, entre otras muchas.
Ahora bien, si las “chuspas” son originalmente bolsas tejidas, ¿cómo pasó a significar “bolsas de plástico”? Para responder esta pregunta no podemos hacer más que especular, o plantear una hipótesis, pues no existe testimonio escrito de este cambio.
Es posible, entonces, que el desarrollo de esta palabra esté ligado también al de la coca. Como dijimos, no era una planta de consumo corriente entre los indígenas en la época precolombina. Fueron los colonizadores españoles quienes la convirtieron en producto comercial: se la vendían a los indígenas para que resistieran las jornadas de trabajo que se les imponía, según dice el manuscrito “Relación de la coca”.
Así pues, cuando la coca empezó a comercializarse, las “chuspas” donde venían comenzarían a convertirse en corrientes bolsas de mercado. La palabra “chuspa” probablemente significó “bolsa de mercado” durante la época de la colonia en el Valle del Cauca.
Cuando aparecieron las bolsas de plástico para llevar el mercado en los almacenes de cadena, se le empezaría a llamar “chuspas” a las bolsas de plástico por usadas para llevar lo que se compraba. Muy pronto se trasladaría el sentido de “bolsa de mercado” a “bolsa de plástico”.
La palabra “chuspa” tiene de por sí una cualidad sonora similar a la bolsa de plástico cuando se remueve. Ese sonido “chus” se parece mucho al “chus chus” de las bolsas de mercado que ahora nos cobran por usar.
El solo sonido de una palabra muchas veces tiene un simbolismo que refuerza determinado significado. No está de más considerar que el valor fonosimbólico de “chuspa” tuvo que ver con el sentido peculiar que tomó en el Valle del Cauca.
La palabra “chuspa”, pues, se quedó para darle color a este hermoso modo de hablar vallecaucano. Expliquémosle bien al bogotano lo que significa y usémosla según nuestro capricho. Los vallecaucanos usamos palabras bogotanas como “tusa” (depresión) o “pilo” (inteligente y trabajador), así que ellos también pueden aprender “chuspa”.
¿Alguna vez escuchó a alguien usar “chuspa” con otro significado que no fuera “bolsa de plástico”? ¿Como “bolsa tejida” o como “bolsa de mercado” en general? ¿Dónde? Escríbame a mi correo lenguaencolombia@gmail.com para contarme, y ayudarme a seguir investigando.

Thursday, October 5, 2017

¿Ahuyama, auyama, ahullama, aullama?

Los españoles usaron lenguas indígenas para designar las calabazas que encontraron en América a partir del siglo XVII, pues antes todo se llamaba calabaza. Una palabra es zapallo, que viene del quechua, y la otra es ahuyama. Esta proviene de otra lengua indígena, el cumanagoto, que hablaba un pueblo al oriente de Venezuela. La palabra cumanagota para el zapallo o la calabaza era “huahuayama” (Tascón). A estos indígenas también debemos la palabra “arepa”, por lo cual los venezolanos se arrogan la autoría de este delicioso plato meridional hispánico hecho de maíz.
            La escritura normativa de la palabra es “ahuyama”, aunque también es bastante común “aullama” y “auyama”. Probablemente la “h” tenía un sonido similar a la jota en lengua cumanagota. De hecho, la “h” en español antiguo y colonial temprano tenía una pronunciación como jota, probablemente hasta el siglo XVI o XVII. Todavía quedan palabras como “hartera” que en Colombia se pronuncia frecuentemente “jartera”. Esa pronunciación fue desapareciendo y por eso en palabras que quedan en el dominio de lo oral se pierde la tradición escritural. Una búsqueda en google arroja 290.000 resultados para “ahuyama”, 545.000 para “auyama”, 4070 para “aullama” y 3050 para “ahullama”. Aunque el diccionario académico admite solo “ahuyama”, la forma “auyama” goza de mayor aceptación en el lenguaje escrito.
            En sus diferentes variantes, se encuentra “ahuyama” en Colombia, Venezuela y República Dominicana, según el CORDE, en el siglo XX. En Colombia, se usa en las zonas central y norte. En el suroccidente se usa zapallo, pero una fuente me dice que en Nariño se prefiere “ahuyama”. Allí la palabra “calabaza” designa otro tipo de fruto, uno similar que es blanco por dentro, mientras que “ahuyama” o “zapallo” es el que es anaranjado por dentro. Es llamativo este dato porque va en contravía del quechua “zapallo” que es el más generalizado en la zona de influencia quechua.
            Parece que la palabra “zapallo”, según Tascón, empezó a considerarse demasiado vulgar, y algunas personas empezaron a preferir “ahuyama”. Tanto así que “zapallo” empezó a designar una persona bobalicona o sin gracia. Esta tendencia reemplazó “zapallo” por “ahuyama” en Nariño, pero no lo lograría en el Valle del Cauca.