Publicado en El País
Una situación o persona “chévere”
generalmente es divertida, entretenida y agradable: un “novio chévere”, como en
el viejo programa de Jota Mario, es a la vez un novio guapo y de buen trato; un
profesor “chévere”
es más bien relajado. Un objeto “chévere”, además de
bonito, transmite frescura y tranquilidad, y es propicio para el
entretenimiento.
El tema de salsa “Que chévere” de Orlando Marín
ensalza el buen ritmo para bailar de la dama a quien dedica la canción. Muchas
veces la expresión “Chévere” significa “Estoy de acuerdo” a la hora de arreglar
con alguien un plan futuro. También se usa su
antónimo, “antichévere”, para designar una persona complicada que suele arruinar
los planes de diversión de sus amigos.
Mi profesora de español nos
prohibía decir “chévere” por considerarla una incorrección del español
colombiano, pero cuando tratábamos de sustituirla por un sinónimo no
encontrábamos una palabra que permitiera expresar tanta variedad de atributos.
Dejé de
creer falsamente que era un exotismo colombiano cuando se la escuché decir a varios
cubanos. Se usa en todas las islas del Caribe, en todos los países
centroamericanos y, por supuesto, en Venezuela. El diccionario de la Academia
también lo documenta en Bolivia y Perú.
El
origen de “chévere”, según investigadores como José G. Moreno de Alba y Frago Gracia,
se encuentra en las lenguas africanas. Al sumergirnos en la profundidad de su
origen, parece más misterioso de lo que su gran extensión sugiere y su
exploración nos lleva al campo de la música cubana.
El investigador Ned Sublette, en su
libro Cuba and its music (Cuba y su
música), atribuye su origen a la lengua efik, que se habla en el sureste de
Nigeria. Esta se usó como lengua ritual de una sociedad secreta afrocubana
llamada abakuá, en la Habana.
Según Ivor Miller, los españoles
en Cuba organizaron a los esclavos por grupos étnicos para asegurar cierto
control sobre el personal, pero lo que ocurrió fue todo lo contrario: al estar
agrupados, los afrocubanos lograron fortalecer lazos culturales y crear
estrategias de resistencia.
La sociedad abakuá se constituyó
en 1836 como resultado de esta forma de agrupación. Se llamaban a sí mismos “la
gente del leopardo”.
En la sociedad abakuá, “chévere”
significaba “valiente, maravilloso, excelente”. La expresión “Ma’ chévere” era
en principio un título honorífico para Mokongo, cierto dignatario nigeriano del
reino de Calabar, en el sureste de Nigeria. Mokongo era reconocido por sus
habilidades en el manejo de la espada contra sus enemigos y, por eso, el
honorífico “chévere” se convirtió en un adjetivo que engloba cualidades
positivas.
Los abakuá no solo tenían una
lengua secreta, sino un conocimiento hermético que solo compartían entre sus
miembros. Entre otras prácticas, los abakuá desarrollaron una música ritual que
produjo ritmos como el guaguancó. Los bongos, de hecho, eran tambores rituales
que usaban los abakuá en la producción de su música.
La palabra
“chévere” empezó a usarse fuera de la sociedad abakuá en la música afro-cubana.
Entre sus primeras documentaciones en español se encuentra el tema titulado “Criolla
carabalí” (1928) del Septeto Habanero, que dice lo siguiente: “Efí Abarakó
yeneka Mokongo Machebere” (“El grupo Efí Abarakó son hermanos valientes”).
Todo esto lo conoció Ivor Miller
por medio de entrevistas de campo que hizo a personas mayores que conservaban
información sobre los abakuá por tradición oral.
Posteriormente su significado fue
cambiando para designar un atributo positivo relacionado con lo divertido,
agradable y entretenido. De esta manera, la palabra “chévere” parece haber
entrado al resto del español hispanoamericano por influencia de la música
cubana al popularizarse.
Existen otras hipótesis, como la que
se cita en un texto de Fernando Iwasaki. De acuerdo con este autor, el filólogo
cubano José Juan Arrom identificó el origen de la palabra en el siglo XVI. Un cortesano
llamado Guillermo de Croy (1458-1521), señor de Chiévres, era conocido por su
pomposidad y grandilocuencia. Según Arrom, “chévere” deriva de “Chiévres” por
asociación con los atributos de este hombre y por derivación sonora.
No he podido corroborar una
documentación tan antigua en mis fuentes históricas. No recuerdo haberles
escuchado decir “chévere” a mis abuelos o a gente mayor, pero sí a mis padres.
De hecho, Andrés Caicedo la usa en diferentes oportunidades en su literatura.
Entonces, pudo haber entrado al español de Colombia en la década de 1960 por
influencia de la salsa y los ritmos asociados.
Para seguir indagando, me
gustaría que alguien que esté leyendo esto me contara si se lo ha escuchado
decir a sus abuelos o personas mayores, o si conoce otras canciones cubanas
donde se utilice. Escríbame a lenguaencolombia@gmail.com si tiene algún comentario al respecto.